lunes, 3 de noviembre de 2008

El arte del fingimiento (Toma I)

A raíz de una entrada de Pon, estuve pensando sobre la diferencia entre el conocimiento real sobre un tema y el conocimiento diletante. Y, también, sobre lo fácil que es fingir ser un experto en cualquier tema delante de aquellos que lo desconocen íntimamente. Curiosamente, el del fingimiento del conocimiento es un tema que conozco íntimamente. Como diletante radical, en mi biblioteca se acumulan montañas de libros sobre cualquier temática; y he ejercido de falso entendido de casi todos ellos.

Para el falso experto la clave esta en conocer el vocabulario técnico de la especialidad. Este conocimiento no ha de ser exhaustivo, basta con conocer las palabras mas comunes y unas pocas de las mas arcanas. Para hacerse con ellas es suficiente con pasarse por un par de foros sobre el tema, leerlos por encima y, luego, leerse la definición en cualquier enciclopedia. Estas palabras debemos incorporarlas a nuestra conversación cada vez que tengamos oportunidad, no es necesario que lo que se este hablando tenga relación con “nuestro tema”, solo es necesario que no sea demasiado evidente que estamos deseando usarla. El objetivo es demostrar que somos “tan expertos” que el vocabulario técnico invade “nuestro” vocabulario.

Luego es necesario tener un conocimiento superficial sobre el tema de nuestros amores. Nada demasiado complicado, si eres “experto” en motores apréndete el ciclo de un motor de cuatro tiempos, si quieres serlo de economía léete lo que es el mercado. La idea es que no nos pillen en errores de bulto. Para saber que es lo que uno debe aprender lo mejor, nuevamente, es pasarse por los foros y ver de qué se habla allí. Una vez mas la enciclopedia es nuestra guía y nuestra única fuente de conocimiento.

Armados con estos pertrechos, solo nos queda buscar nuestro “guru”; una figura de autoridad solvente, pero controvertida. También en esto los foros son la clave. Se trata de encontrar a alguien que apartado de la línea principal no provoque excesivas risas. La función de esta figura es la de asumir nuestras posturas mas arriesgadas. De esta figura debemos saber los datos biográficos (desde donde nació, hasta cual era su plato favorito), su bibliografía (los títulos y lo que pone en la contraportada) y sus ideas discrepantes (solo esas y por encimilla). Otro detalle importante, es que debe estar muerto. Los gurus vivos dan problemas; entre otras cosas suelen hablar y eso nos puede dejar en evidencia.

Una vez ya tenemos todo esto, solo tenemos que perfeccionar nuestra actitud. El “experto” no duda. Ante cualquier problema solo tiene juicios categóricos (¿cric, cric, cric? eso es la correa de transmisión, no hay dudas), curiosamente los verdaderos entendidos dirían otra cosa (oye por un ruidito no puedo saberlo fijo ¿Qué tal si lo traes y lo miro?); pero eso es para pusilánimes. A fin de cuentas se trata de impresionarles, no de solucionar nada real. Por eso, suele ser mejor elegir temas de difícil comprobación (las ciencias sociales son excelentes). En cualquier caso, y sea cual sea el tema que elijamos, debemos acostumbrarnos a las “verdades como puños” y a las “soluciones en un chascar de dedos” pues esta es la marca definitiva del cualquier “experto” que se precie.

Esta es la base (el conocimiento real requeriría varios libros y un montón de experiencia para alcanzarlo), con esto pueden fingirse expertos en cualquier tema. Por desgracia a mí ya no me sirve de nada. Una mala mujer me saco del camino del vicio y la molicie (en venganza me case con ella) y ya no puedo aprovecharlo. Disfrútenlo.

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