jueves, 28 de agosto de 2008

Pasa la vida...

^











Un clásico, de Pata Negra.
Si no habéis visto Bajarse al Moro, os la recomiendo...
Siempre lloro, con la Chusa.


Y pasa la vida, pasa la vida.
Pasa la vida y no has notado que has vivido, cuando
pasa la vida y no has notado que has vivido, cuando
pasa la vida.

Pasa la vida,
tus ilusiones y tus bellos sueños,
todo se olvida,
tus ilusiones y tus bellos sueños,
todo se olvida.

Pasa la vida, igual que pasa la corriente
cuando el río busca el mar

y yo camino indiferente donde me quieran llevar.

Y pasa la gloria, pasa la gloria.
Pasa la gloria, nos ciega la soberbia, pero un día
pasa la gloria, nos ciega la soberbia, pero un día
pasa la gloria.

Y pasa la gloria y ves que de tu obra ya no queda
ni la memoria,
y ves que de tu obra ya no queda
ni la memoria.


Y pasa la vida, igual que pasa la corriente
cuando el río busca el mar

y yo camino indiferente, donde me quieran llevar.



Here in Trondheim that's the sensation I have, so far...
Life passes by...
There's no stress, no hurries, no rushing, no hysterical people pushing their way to get into the subway, or driving like mads.
There's peace, calm. The water is still, and so the air is.


Aquí en Trondheim esa es la sensación que tengo de momento...
Pasa la vida...
No hay estrés, no hay prisa, ni carreras, ni gente histérica abriéndose paso a empujones para meterse en el metro, o conduciendo como locos.
Hay paz, calma. El agua está tranquila, y el aire también.

^

Downtown

^
[Spanish version of this article, here. But I eagerly recommend you to read the original, since it was intendedly written in English]

It seems we've already got our first song of the Erasmus...
Downtown, by Petula Clark.
Youtube is full of other versions and covers, but the original will always be the original.

The thing is that Moholt Studentby, the place where we live in, is on the top of a hill. Here, "hill" is kinda' euphemism. But, well, we have to get used to these Norwegian standars, so...
Trondheim
, as you know, is situated right where the river Nidelva meets Trondheimsfjorden, so that's pretty much 0m above the sea, and the city centre is just beside the harbour... whereas Moholt is around, what, 400m above the sea?
This means that going downtown takes 5 minutes on bike, maybe 13 min walking, whereas coming back to Moholt, uphill, is about 20 minutes on bike and 45 walking.
So, you really have to think a lot and plan in advance when you're going downtown during nighttime, when there are no buses to come back...


Talking about nightlife, there's this place called Downtown, in one of the main streets. Admission is free on Thursdays. Cheap beer (by Norwegian standards), nice music, lots of different rooms, even a piano-bar with live performances, many cute people including norwegians and international students, and a good amount of stairs and quiet corners where you can linger, or spend a while...
It's certainly not aaas great as Shortbus, but it meets the requirements for having fun. I insist, this is Norway. But, hey, it's lots of fun!

The lights are much brighter there
You can forget all your troubles,
forget all your cares and go
Downtown, things'll be great when you're
Downtown, no finer place for sure,
Downtown, everything's waiting for you.

By the way, 'she' was not Ukrainian after all.
Well in fact, 'he' was not Ukrainian at all.

So, maybe I'll see you there...
Tonight.







Parece que ya tenemos la primera canción de nuestro Erasmus...
Downtown, de Petula Clark.
Youtube está lleno de otras versiones y covers, pero la original siempre será la original.

El caso es que la residencia de estudiantes de Moholt, que es donde vivimos, está en lo alto de una colina. Aquí "colina" es un eufemismo, la verdad. Pero bueno, nos tenemos que acostumbrar a los términos noruegos...
Trondheim, como sabéis, está justo en la desembocadura del río Nidelva en el Fiordo de Trondheim, así que son prácticamente 0m sobre el nivel del mar, y el centro de la ciudad está al lado del puerto... mientras que Moholt debe de estar, ¿a cuánto? ¿400m sobre el nivel del mar?
Eso implica que bajar "al pueblo" cuesta 5 minutos en bici, sobre 13 caminando, mientras que volver a Moholt, cuesta arriba, son 20 minutos en bici, y 45 a pie.
Así que, verdaderamente tienes que pensar bastante y planear con antelación si bajas al pueblo por la noche, cuando no hay autobuses para volver...


Hablando de vida nocturna, está este sitio llamado Downtown. Entrada gratis los jueves. Cerveza barata (en términos noruegos), buena música, un montón de salas diferentes, incluso un piano-bar con actuaciones en directo, mucha gente guapa incluyendo noruegos y estudiantes internacionales, y un buen puñado de escaleras y rincones tranquilitos donde entretenerse o pasar un rato...
Evidentemente no es taaan genial como Shortbus, pero sirve para divertirse. Insisto, esto es Noruega. Y, hey, ¡¡es bastante divertido!!

The lights are much brighter there
You can forget all your troubles,
forget all your cares and go
Downtown, things'll be great when you're
Downtown, no finer place for sure,
Downtown, everything's waiting for you.

Por cierto, al final no era ucraniana.
De hecho, no era ucraniano en absoluto.

Nos vemos allí, quizás...
Esta noche.
^

miércoles, 27 de agosto de 2008

Parejas de baile (Tiempo de perros IV)

Me gusta el barrio, ropa lavada en las ventanas, gente yendo al trabajo, coches utilitarios, mucha calle peatonal. La clase de sitio en que si dejas a tu hijo en la calle, lo peor que puede pasar es que le partan la cabeza de una pedrada. La calle del objetivo tiene un tramo peatonal, lo que me viene bien, nadie podrá colocarme un coche en la puerta y taparme la visión. Observo mientras camino. Los grupos de mujeres y hombres esperando a que los recojan, una furgoneta de la secta adventista, turismos y furgonetas de trabajo… Y un BMW enorme. Ese se ha perdido. O me esta esperando. El conductor tiene pinta de mosquita muerta y Rata pasa por su lado sin inmutarse. Parece que no hay peligro.

Veo a la rusa apenas entro a la calle. Es alta, pero está tan delgada y tan encogida que parece pequeña. Noto su dolor a distancia. No recuerdo a nadie que se sintiese tan solo. Esto no va bien. Necesito terminar de romper la magia que la mantiene atada a su misión, lograr que me señale al objetivo y convencerla de que se marche. Y no tengo mucho tiempo, los secuestradores o la policía del jazz estarán por aquí muy pronto. Si me monta una escena estoy listo. En fin, ya se verá.

Me acerco y le susurro “sdrazvuitie”. Quiero que confíe en mí, y no hay mejor presentación que hablar el idioma del otro. La chica se da la vuelta y me mira unos segundos, parece muy asustada. Intento decir algo, tranquilizarla. Solo acierto a sonreír, de forma bastante patética, creo. Maldigo mi estúpido mutismo. De pronto ella me abraza y empieza a hablarme muy rápido, “Ponchik” repite varias veces, y entiendo que se refiere a mí. ¿Rosquilla? ¿Por qué me llama rosquilla? Es dulce… debe ser algo como el “honey” de los ingleses. La consuelo como puedo, mezclando mi pésimo ruso con español.

Cuando, por fin, consigo que me suelte un poco, comprendo que estoy perdido. La policía de jazz esta llegando. Cojo a la rusa de la mano. Hay que largarse. Rata esta sobrexcitado, no se que puñeta le pasa. Parece decirme algo de una diosa. Madito idiota, no es el momento de andar con juegos. Hay dos coches del enemigo entrando por la calle. Cuento cinco agentes en los coches y me da la impresión de que, al menos uno, es una unidad de combate. La furgoneta de los adventistas está cerca, abierta y con el motor arrancado, quien iba a decir que esa escoria serviría para algo.

Entonces se abre la puerta del objetivo y sale una chica menuda, con aspecto de mosquita muerta. El chillido de Rata dentro de mi cabeza casi me tira al suelo. “La diosa, la diosa”, repite el muy idiota. La rusa también se para y la mira. Entonces lo comprendo. Esa chica es el objetivo. Y menudo objetivo, cuando logro atravesar todas las capas de protección, me doy cuenta que esa chica es el ser mágico mas poderoso que jamás he visto. Cuesta mirarla, sus protecciones inconscientes hacen que quiera apartar la vista, ignorarla. Nunca me había costado tanto mirar a alguien.

Bien, nuevo plan. Dejo que se acerque a la furgoneta, la empujo dentro y salgo como si me persiguiese un batallón de diablos. La chica esta mas cerca de la furgoneta que yo, así que debo andar rápido, pero sin que los de la policía del jazz se de cuenta. Intento trasmitir a Rata mi plan. Espero que me entienda. Los adventistas empiezan a meterse dentro de la furgoneta. Hoy no es mi día.

Rata se mete por debajo de la furgoneta. Parece que lo ha entendido. Entonces el conductor se monta en la furgoneta y cierra la puerta. Maldita sea, estoy a solo cuatro pasos. Voy a tener que sacarlo a empujones. La chica esta llegando. Tres pasos. Acelero. Dos pasos y todo se va a la mierda, uno de la secta empuja a la chica dentro y salta al interior. Un paso y cierran la puerta en mis narices. La furgoneta sale chillando ruedas y quedo al descubierto. Los secuestradores eran ellos.

Es tarde para todo, tengo los dos coches encima y están frenando. Oigo la moto cuando casi la tengo encima, un guardia civil se lanza hacia mí. Es mi última oportunidad. Salto y me lanzo con las piernas por delante hacia su cabeza. El motorista esta muerto antes de tocar el suelo. Le he partido el cuello. No hay tiempo. Cojo la moto mientras oigo puertas abriéndose. Acelero y salto un coche aparcado. Tengo que atrapar esa furgoneta. Tengo que rescatar a Rata y a la chica.

La rusa me llamo “Ponchik”, maldigo y maldigo. No puedo dejarla atrás. Joder. Doy la vuelta a la manzana y entro en la calle peatonal por el otro extremo. Dos de los policías están intentando cogerla, la rusa se resiste. Lanzo la moto contra uno de ellos, y salto para acabar con el otro. Oigo más coches y el ruido de un helicóptero. Hoy es un buen día para morir.



Todo se ha ido al cuerno. El rubio esta en la parte de atrás del BMW intentado contener la hemorragia de la rusa. Debería estar muerto. Tendría que haberlo matado. Pero no pude. Cuando abrazó a la rusa me quede mirando como un idiota. Luego se lió todo. Los coches de la agencia entrando en la calle. Los adventistas secuestrando a Irene. El rubio escapando en moto. La gente de la agencia intentando detener a la rusa. Y yo seguía allí intentando decidir que hacer.

Y de pronto veo volver al rubio, saltó un coche con la moto, sorprendiendo totalmente a los agentes. Se tiró de la moto en marcha para degollar a uno de ellos y logró que la moto aplastara al otro. Corría, con la rusa de la mano, hacia el coche de los agentes, cuando del segundo coche salió mi controlador y una chica muy extraña. Una máquina de matar. Supe que no llegarían al coche. Los iban a acribillar.

Entonces deje de pensar. Siempre fui bueno disparando. Lancé la primera ráfaga contra mi controlador. Tres disparos, como en el manual. La chica tumbó a mi objetivo salvándole la vida por fracciones de segundo. La segunda y la tercera destrozaron una rueda y el radiador. Después me volví un poco hacia el rubio y le grite que viniera rápido. No se lo pensó. Entró en el asiento de atrás con una rapidez pasmosa. Lance dos ráfagas mas para dejarlos agachados y otra al coche vacío. “Si nos quieren seguir que busquen un taxi” Pensé.

Ahora huimos. No se como vamos a encontrar a Irene. No se que hacer con el rubio. No se como escapar de mi gente. Joder, ni siquiera sé con qué se hizo la herida la rusa, ni si saldrá de esta.

El rubio, en cambio, parece que solo piense una cosa por vez, sigue vendando a la rusa con los restos de una camisa que sacó de mi bolsa de viaje. Y no ha dicho ni una palabra desde que entró en el coche. No parece que le importe ni a donde vamos, ni que haremos después. Me va a estallar la cabeza.

El rubio termina con la chica y me dice “Hay que rescatar a la otra”. Así, como si fuese tan fácil. El dolor taladra mi cabeza. Pierdo el control del coche. Por suerte no hay nadie mas en la carretera y logro pisar el freno. El rubio sujeta el volante. No se como ha llegado al asiento del copiloto. “¡Se puede saber que haces!” Chilla. Solo alcanzo a balbucear “Intentaba saber donde está” Y añado, para que no resulte tan tonto “Puedo localizar a la gente con la mente”. El rubio me mira pensativo “No vuelvas a hacerlo mientras conduces” Me sonríe cómplice “Puse un localizador en la furgoneta”.

Todavía estoy temblando. “Pasa atrás y consuela a la chica” Dice “No creo que te entienda, pero cuéntale algo siempre ayuda escuchar a alguien a tu lado” “Hablo ruso” Le contesto mientras me bajo. “Entonces cuéntale algo bonito”.

El coche arranca y yo empiezo a hablarle a la rusa. De alguna forma, parece que todavía voy al rescate. Dios, ¿Cómo me las arreglo para ser tan patetico?.

Ir al índice

martes, 26 de agosto de 2008

Bits of Trondheim

^
[Spanish version of this article, here. But I eagerly recommend you to read the original, since it was intendedly written in English]

After two weeks in Trondheim, everybody asks me through MSN and Skype: what about the residence? what about the campus? what about the lessons? what about the city? what about the people?

And, truly, I can really answer very few, if any, of these questions.


The first week consisted only in queuing here and there, getting documents, cards, IDs and stuff, and the activities of the International Welcome Week. These included a hiking tour to Bymarka, a short walk along Trondheimsfjord, a guided tour to Trondheim, and plenty of BBQs almost each afternoon.


I met some international students in the Welcome Week, but mostly partying at night and at Eva's crowded dinners. I still don't have a routine timetable, so it's difficult to coincide with the same people anyway.


About the city... Yeah, it's beautiful. I've gone several times, but i still have just seen little peeks of it. Drops of Europeanism. Notes of Music. Airs of Bohemia. Bits of Trondheim.




Tras dos semanas en Trondheim, todo el mundo me pregunta por MSN y Skype: ¿qué tal la residencia? ¿qué tal el campus? ¿qué tal las clases? ¿qué tal la ciudad? ¿qué tal la gente?

Y, verdaderamente, puedo responder muy pocas, si es que alguna, de estas preguntas.


La primera semana consistió simplemente en hacer cola aquí y allí, conseguir documentos, tarjetas, papeles y cosas, y las actividades de la Semana Internacional de Acogida. Entre ellas, una excursión de senderismo a Bymarka, un paseo corto por el Fiordo de Trondheim, una visita guiada a Trondheim, y un montón de barbacoas casi todas las tardes.


Conocí a algunos estudiantes internacionales en la Semana de Acogida, pero mayoritariamente de fiesta por las noches y en las concurridas cenas de Eva. Aún no tengo un horario rutinario, así que es dificil coincidir con la misma gente de todos modos.


Sobre la ciudad... Sí, es preciosa. He bajado varias veces, pero aún sólo le he echado unas miraditas. Gotas de Europeísmo. Notas de música. Aires de Bohemia. Pedacitos de Trondheim.


^

lunes, 18 de agosto de 2008

La primera, la segunda y la tercera

^
[English version of the article, here]


- ¿Pero qué dices? ¿Cómo voy a coger una bici de por ahí? No, no, ni hablar.

- Tío, que sí. Si tiene la pegatina de 2006 ó 2007, es que está abandonada. Además, tú mira si tiene óxido por ahí, si las ruedas están deshinchadas, o si hay telarañas...

- Pero que noooo, que yo no voy a coger una bici así por la cara, en serio. Que no.


Eso fue el lunes pasado. Hoy, voy por mi tercera bici.

La mayoría de las que "encuentras" y "recoges" son bastante crappy. Hay que hacerles arreglos. Pero bueno, aún así suele salir más barato que comprar una de segunda mano en la ISU-list, que siempre vienen a ser unos 30€ al cambio, mínimo. A malas, te pillas un neumático nuevo por 30NOK, si es que está pinchado, y arreando. Tampoco está el horno para bollos, el invierno para sibaritismo, ni el coño para farolillos, eso está claro.


Pues ea.
Mi Primera bici está un poco para desguace, la verdad. Pero bueno... puede servir para sacar piezas interesantes.

La Segunda, una mountain bike MUY digna que me encontré en Ikea y subí hasta Moholt a pie. Le compré unos repuestos y Unai la reparó.

Después, se la cambié a Nacho por una de paseo que él había pillado, que a mí me viene mejor porque prefiero las de paseo, y además esta es muy alta, y él prefiere las mountain bike. Así que, xaxi, o xaxi pistaxi que diría Lucía: Tercera bici para la saca. Y con esta es con la que voy por ahí. Es de paseo pero tiene marchas, eh, no os creáis...

Veremos si en invierno seguimos con las bicis, o nos refugiamos en el autobús... 100.0137% de probabilidad de que sea lo segundo. A pesar de los pinchos en las ruedas.

Echo de menos a Pityië... Este año hemos pasado bastantes ratos juntos... Aquí no duraría ni dos días, la pobrecita...

[Escribí esta entrada hace unos días. Hoy, dos semanas exactas después de llegar a Trondheim, he usado ya seis o siete bicis. Me robaron la Tercera, que fue una auténtica jodienda... me encantaba. Ayer conseguí otra, de las que frenan pedaleando hacia atrás. Y el resto, las he tomado prestadas...]






- But, what are you saying? How am I gonna' take a bike just around? No, no, no way.

- Guy, yeah. If the sticker is for 2006 or 2007, 'means it's abandoned. Moreover, look if there's rust, if the wheels are flat, or if there are cobwebs...

- Hey, noooope, I'm not gonna' take a bike unqualmly, serious. No.


That was last Monday. Today, I'm at my third bike.

Most of the ones you "find" and "pick up" are quite crappy. You have to mend them. But nevertheless, it's usually cheaper than buying a second-hand one in the ISU-list, which are usually about 30€ minimum, converted. Roughly, you can buy a new tube for 30NOK, if it's punctured, and start going. Bear in mind that "no está el horno para bollos", the winter is not for luxuries and... well, I think you get the idea.


So,
My Primera bike is a bit crappy, truly. But well... it may serve for getting some useful parts.

The Segunda, a very decent mountain bike I found by IKEA and I brought to Moholt on foot. I bought some parts for it and Unai repaired it.

Then, I changed it to Nacho for a utility bike he had got, which was better for me because I prefer utility ones, and besides this is very high, and he prefers mtbs. So, great, xaxi or "xaxi pistaxi" that Lucía would say: Tercera bike got! And this is the one I ride. It's a utility bike, but has gears, hey!

We will see if in winter we keep cycling or we take shelter in the bus... 100.037% of probability that it's the second thing. In spite of the spiked wheels.

I miss Pityië... This year we've spent lots of time together... Here, it wouldn't last even two days, my little poor...

[I wrote this entry some days ago. Today, two exact weeks after arriving to Trondheim, I've already used six or seven bikes. I was stolen the Tercera, which was a real fucking... I loved it. Yesterday I got another one, the retro-direct kind which brake back-pedalling. And the rest, I borrowed them...]
^

¡Sin ninguna duda!

^

He tenido suerte de llegaros a conocer...




Aunque no es la mejor versión, y la calidad del video no es que sea óptima, elijo poner este clip por el hecho de que Loquillo cante con Pereza, hecho significativo en cuanto a las últimas semanas en Valencia, que parecieron un pequeño resurgir de la Edad de Oro.


Rock and Roll Star es una canción de sueños, de persecución urgente, de vivir al máximo, de aparente felicidad, felicidad efímera. Es una canción de ascensión, de estrellato, y de caída.
No en vano, estrellar significa "sembrar o llenar de estrellas" y también "arrojar con violencia algo contra otra cosa, haciéndolo pedazos".
O lo que es lo mismo, "lo que sube también tiene que bajar", que canta Fangoria.

Gracias, a todos, por todos estos años.
Y también gracias por la fiesta, la música, el buen rollo y todo lo demás. Gracias muy especialmente a Iván y Niko, que se curraron la movida y organizaron la despedida, el video, etc. Y gracias a Cristina por seguir ahí y así después de tanto tiempo. Disculpad que no os nombre a todos, nombres y razones serían interminables. Quiero ser escueto. Gracias también por la despedida en Castellón y la fabulosa cena noruega.




Bueno, pues eso... ya no vivo en Valencia.
Ahora vivo en Trondheim.

Un saludo, y,
volvemos a la carga.
^

domingo, 17 de agosto de 2008

Sueños (Tiempo de perros III)

Me despierto sobresaltado y con un nombre en la cabeza: Irene. Por fin conozco el nombre de mi princesa. Irene, Irene, Irene. Estas muy cerca, tienes que estarlo para que pueda verte con tanta claridad. Llevo esperándote desde aquellos tórridos sueños de adolescente, cuando aun pensaba que eras solo un producto de mis hormonas. Me pregunto que pasara cuando nos encontremos, por que tu nunca me has visto. Espero poder resolverlo cuando te vea cara a cara.

Los vapores del sueño se disipan y entonces recuerdo… ¡Estas en peligro!, algo te acecha y no logro recordar qué, el sueño no es claro. Recuerdo a un gigante rubio, un peligroso guerrero criado para matar, pero no me parece que él sea el peligro, aun así, se que esta cerca… Otro velo cae, y me doy cuenta de que yo mismo te he señalado, eres el objetivo del secuestro. La rusa no sabía quien eras por que nadie puede verte, pero la dirección que dio era la tuya.

Un clavo de dolor atraviesa mi cabeza, mi gente te matara, eres como yo y para ellos somos monstruos. Espero que la magia que te ha mantenido oculta tanto tiempo, lo haga un rato más. No tengo mucho tiempo y el dolor no cede. Tengo que rescatarte, tengo que llegar antes que ellos.

Enciendo la luz y veo la habitación del hotel, cuatro estrellas, un autentico lujo para mi antiguo trabajo, pero desde que entre en la organización me pagan como funcionario de alto rango. La organización esta infiltrada en todas partes y hace que las nominas corran a cuenta del estado. Voy al minibar y cojo una botella de agua. Rebusco en la maleta, ibuprofeno, dos cápsulas y en un rato estaré como nuevo. Tengo que relajarme, en este estado no sirvo para nada.

¿Quien quiere secuestrarte? El rubio no es, él mató al proxeneta, de eso estoy seguro, mis sueños no fallan jamás. Y los míos tampoco, no tendría sentido. Intento concentrarme en esa información. Hago la pregunta. Como respuesta el clavo de mi mente resucita y caigo al suelo por el dolor. Alguien esta ocultándose, alguien muy poderoso. Maldita sea.

Saco mi maleta del armario, retiro la ropa y abro el doble fondo. Tengo una micro-uzi, un prodigio de la técnica israelí. Tengo seis cargadores, los relleno y los pego de dos en dos con cinta adhesiva, uno boca arriba y otro boca abajo, vuelta y vuelta, para poder recargar más rápido. A veinticinco balas por cargador, son ciento cincuenta oportunidades. Si me hicieran falta más, ya estaría muerto. Aun así, preparo la pistola también, dos cargadores sobraran, más y tendría que llevar una carretilla.

Me coloco las cinchas de la micro-uzi, de tal manera que cuelgue oculta debajo de la chaqueta y que me permita absorber el retroceso cuando empiece el baile, bendita preparación militar. Si quiero llegar a tiempo no tengo que madrugar, simplemente, no puedo acostarme.

Bajo a la calle, el coche de la agencia esta en el aparcamiento del hotel, pero no lo cogeré. Hace dos días alquile otro, mis presentimientos nunca se equivocan. Cojo el coche, un BMW 630 Ci coupé, me pregunto que pensarían en la empresa de alquiler si supiesen que lo puedo meter en un tiroteo. Dejo que me guíe mi instinto. La ciudad duerme.

Mientras avanzo descubro los fallos en mi plan, de hecho descubro que no tengo ningún plan. No puedo entrar y secuestrarte a punta de pistola, no puedo contarte la verdad y esperar que me creas. Y, desde luego, no puedo contar con ser capaz de enfrentarme a unos secuestradores que no se quien son. Por no hablar de que mi propia gente llegara en cualquier momento y ellos no hacen preguntas. Te detendrán y jamás saldrás de sus celdas de detención.

Llego a tu calle, un barrio obrero. Hay ropa tendida en las ventanas, la mayoría son uniformes de trabajo. La clase de barrio en el que nadie dejara de ver mi puñetero BMW. La estoy fastidiando a base de bien. Ni siquiera puedo aparcar en tu puerta por que la calle es peatonal en ese trozo. La ansiedad me esta matando.
Observo la calle, a las cinco de la mañana no hay ningún movimiento, así que no me resulta difícil descubrir a una chica morena y escuálida refugiada en el portal de enfrente de tu casa. Otra rusa, según la miro se que el proxeneta le mando seguirte. Le ha tenido que costar a horrores, no es fácil verte. Normalmente la gente solo te ve cuando hablas o te haces notar de alguna forma. La pobre lo ha pasado fatal, te ha seguido obligada por la magia y ahora ya casi se ha desecho el hechizo. Sin embargo sigue ahí.

Será mejor que espere a que, al menos, estés despierta. La gente del barrio empieza a salir de sus casas. Unos cogen los coches para ir al trabajo, otros, la mayoría mujeres, esperan en grupo a que alguien los recoja. Una furgoneta con rótulos de una iglesia adventista aparca justo en el límite de la zona peatonal y sus ocupantes se dirigen a los grupos que esperan y les reparten folletos. La voracidad de esta gente es insaciable. Consulto el reloj, son las cinco y media.

Entonces aparece, es el rubio. Alto, rubio, guapo, fuerte, ágil, la clase de tipo que en el colegio no se molestaba en mortificar a los débiles de la clase, ni siquiera nos veía. Lo veo avanzar, andando, por la calle y me doy cuenta de que no tengo ninguna oportunidad si me ve, si intuye que he venido a hacer. Espero que no se fije en el maldito coche.

El rubio va derecho hacia la rusa. No me ha visto. Cuento mentalmente los pasos que he de dar hasta estar lo bastante cerca. Ocho pasos, no es difícil. Tengo que matarlo. Tengo que hacerlo o te fallare. Me sudan las manos mientras pienso en como apuntar para no matar a la rusa. No quiero sangre inocente. Abro la puerta del coche muy despacio. Es la hora, Julián Pardo acude al rescate.

Ir al índice

viernes, 8 de agosto de 2008

Jazz Police (Tiempo de perros II)

Ahí fuera hay monstruos, y alguien tiene que detenerlos. Esa es la cuestión. Hay cosas que se dedican a cazar a la gente o a usarla para sus siniestros juegos. Cuando lo descubres, no queda sitio para el relativismo, no puedes ponerte a analizar lo que esta bien y lo que esta mal. Ellos son el mal. Y cualquier cosa que hagamos para detenerlos esta bien.

Pienso en ello todas las noches, lo necesito. Pienso en ello esta noche, mientras conduzco hacia la zona donde han detectado “actividad anómala”. Hay que joderse, “anómala”, si que un par de monstruos se carguen a tres personas es anómalo, cuando pase algo extraño será una carnicería.

El jefe va detrás, leyendo los informes del equipo que he seleccionado, chavales jóvenes con apenas un roce con lo sobrenatural, o que han destacado de alguna manera. Les convencemos de que trabajan para alguna unidad especial y los usamos para el trabajo de campo. Algunos progresan, aunque la mayoría se quedan de colaboradores, sintiéndose superiores al resto de la canalla pero sin enterarse de una mierda.

Llegamos a la zona, un barrio de mierda, solo bueno para los yonkis y las ratas. La plaza esta llena de coches de policía y tipos uniformados. Nos dejan pasar sin decir nada. Cuando nos acercamos a la casa, escucho un trozo de estribillo. “Jazz police I hear you calling. Jazz police I feel so blue. Jazz police I think I'm falling, I'm falling for you”. Un mierda de esas hippies, pero me parece extrañamente apropiada. Somos la policía del jazz y ellos caerán hacia nosotros.

El jefe me pide que me encargue de los niños, mientras el baja con los tipos listos. Reconozco a uno, me lo presentaron como comisario Carrasco. Aunque no creo que sea comisario, y dudo mucho que se apellide Carrasco. Es un pez gordo, puede que del mismo nivel que mi jefe. Mucho pez para tan poca pecera. Esta mierda debe ser muy gorda.

Pongo a los chavales a currar, interrogando a todo el mundo y removiendo la mierda. Dudo que encuentren algo, la movida es abajo, pero nunca se sabe y hay que seguir el procedimiento. Pronto son un bien entrenado grupo de hormigas, haciendo meritos para ganar mi aprobación. Los observo uno a uno, intentado averiguar si alguno merece algo mas.

Pronto averiguamos que, por imposible que parezca, todos los testigos presentes vieron salir a un individuo de la casa con el proxeneta. Naturalmente las descripciones no coinciden y tampoco la manera de llevarlo. Mierda pura, solo hay yonkis y putas, que coño íbamos a averiguar de aquí.

Veo a Julián Pardo, un chaval que sacamos de la Guardia Civil, sentado con su libreta de notas en una piedra, observando a los testigos. No me gusta ese chico, pese a haber estado con las fuerzas especiales, al igual que yo mismo, y a su experiencia como policía judicial, sigue pareciendo un pardillo. Sin embargo, sus mandos lo tenían por competente y resolvió varios casos casi imposibles. Estoy a punto de darle un grito para que espabile, cuando descubro a lo que mira. Una puta rusa esta tratando de pasar inadvertida, mientras a su alrededor sus compañeras intentan evitar la deportación convirtiéndose en testigos.

Pardo se levanta y se dirige derecho hacia ella, le dice algo y la separa del grupo. Cuando empieza a hablar distingo algunas palabras. El jodido cabrón habla ruso. Eso no aparecía en su informe. La maldita canción sigue atormentándome.” Jazz police are looking through my folders, Jazz police are talking to my niece, Jazz police have got their final orders, Jazzer, drop your axe, it's Jazz police!”. Suelta tu jodida hacha monstruo, somos la policía del jazz.

Pardo deja a la chica custodiada por un uniformado y me cuenta el resumen. Al parecer el proxeneta iba a secuestrar a alguien y la envió a ella para decirle a sus socios donde encontrarla. No sabe quienes son los socios. No sabe quien es el objetivo. Pero sabe la dirección. Tenemos algo.

Llamo al jefe y, cuando sale, le cuento toda la historia. No puedo evitar sentirme eufórico. Me habían dejado fuera y he logrado quitarles protagonismo a los chicos listos. “Jazzer, drop your axe, it's Jazz police!” se me escapa, sin poder evitarlo.

-¿Cómo has dicho?- Me pregunta el jefe, mostrando interés por primera vez desde que empezó la noche. –Es solo una estúpida canción que se me ha metido en la cabeza- Le respondo. El jefe mira alrededor. Y entonces me doy cuenta. Todo el mundo esta tarareando la maldita canción.

-Llama a la central y pide una unidad de combate- Me dice mientras se monta en el coche. A las unidades de combate solo se las llama cuando la mierda esta a punto de llegar al techo. Esta mierda debe ser enorme. Joder que perra suerte.

Ir al índice

domingo, 3 de agosto de 2008

La plazilla (Tiempo de perros I)

Observo a los yonkis en la plazilla, su baile absurdo de un grupo al otro y vuelta a empezar. Parece que pretendan pedirse, los unos a los otros, un poco de dinero para el chute que los dejara tranquilos. Trabajo inútil, aquí nadie tiene dinero, si alguno lo tuviera estaría en el punto comprando. En cualquiera de los puntos que abren sus puertas invitadoras a cualquiera que llame. No disimulan ni lo más mínimo, el barrio es tan marginal que los policías entran en grupos de ocho o más. Y les ven venir de lejos.

Cuanto sufrimiento desperdiciado, sin objetivo, ni valor. Lastima. En cualquier caso mi blanco es otro y Rata se esta poniendo nervioso. Me urge a mirar en otra dirección, una casa de dos plantas, con una amplia puerta de entrada abierta, pero con las ventanas tapiadas. La más ínfima expresión de burdel. En realidad de burdel casi ni ejerce, los yonkis son malos clientes, es más un almacén para guardar a las chicas durante el día para que no escapen. Una cárcel. Más sufrimiento, también desperdiciado en miseria y corrompido por la codicia. Me indigna.

Allí esta mi objetivo, un proxeneta venido a más últimamente, que ha pasado, de tener un par de yonkis acabadas, a importar directamente desde el Este. Como si le hubiera tocado la lotería del mal. Tuvo buena suerte, supongo. Hoy la va a tener mala. Rata se pone en movimiento, derecho hacia el edificio. Ninguno de los yonkis le mira, total una rata más, aunque sea de cinco kilos, no se nota demasiado. Yo lo tengo mas difícil, un traje de Armani llama mucho la atención en este barrio, los niños pijos nunca llegan tan lejos a pillar, a ellos los esperan donde todavía hay farolas. Me clavo el cuchillo en la palma de la mano y me marco la cara con sangre siguiendo las viejas costumbres. Cuando atravieso la plaza nadie me mira.

Rata rodea el edificio, nunca le han gustado las entradas principales, le sigo hasta una puerta pequeña en la parte de atrás. Esta cerrada, pero eso no es problema para Rata que se cuela por debajo. Yo saco mi juego de llaves “especiales”, tardo poco, pero aun así Rata ya esta en el sótano y me envía mensajes para que me apresure. Odio que haga eso, es como llevar un pasajero en la cabeza.

Cuando entro, me encuentro en una cocina, es grande, con una mesa de metal en el centro y todo tiene aspecto de haber sido recogido de la basura. Un frigorífico industrial hace un ruido del demonio y casi hace que no oiga la puerta. Levanto el cuchillo dispuesto a córtale el cuello a cualquiera que entre. Una chica teñida de rubio me mira asustada. Esta hecha polvo, noto el sufrimiento en todo su cuerpo, palizas de las que no dejan marca. Pero yo las noto, puedo sentir los golpes de varios años, que la han convertido en un animal asustado y sin esperanza. La miro a los ojos, cree que la voy a matar. Cree que soy la muerte y tiene razón, pero no la suya, hoy no. Le hago un gesto con la cabeza en dirección a la puerta y ella asiente. “Bolshoe spasibo” dice cuando pasa por mi lado.” Pazhalsta” pienso, pero no digo nada.

Esto ha podido salirnos caro, Rata no la ha visto por que ha bajado demasiado rápido, le maldigo en silencio y noto su punto de vergüenza, sabe que me ha fallado. Aun así sigue queriendo que me de prisa. Bajo por unas escaleras ruinosas y llenas de suciedad y me dirijo a donde me indica Rata. “Jodido GPS a cuatro patas, sal de mi cabeza, no me dejas pensar”, pienso pero Rata no ceja. Se que tengo dos objetivos justo al cruzar la puerta. Unos matones, Rata los nota corruptos. Me concentro y los veo a través de los ojos de Rata, hay otro detrás de Rata pero me hace ignorarlo. Cierro los ojos y saco otro cuchillo. Que Rata dirija mi mano. Entro y noto como mi izquierda sube hasta tropezar con el cuello del primero. Entonces abro los ojos y veo los del otro matón, veo el miedo y noto el grito que intenta escapársele. No lo hará, ya no tiene cuerdas vocales. Le saco la legua por el agujero de la garganta y dejo que se ahogue en su sangre. En silencio. Noto su dolor y, a la vez todo el que él ha infligido a lo largo de su vida. No es suficiente el castigo.

Miro al tercer hombre, esta sentado en el suelo, quieto. Me mira como si nada le importara ya. Rata me dice en mi mente que era un recluta que falló la prueba. No se que significa exactamente eso. De todas formas Rata manda en estos asuntos. Le señalo la escalera. “Vete” susurro. Y se va sin hacer ruido, ni mirar atrás.

El objetivo esta detrás de otra puerta, ahora empiezo a ponerme nervioso yo. Se supone que no debe ser demasiado poderoso. Apenas un payaso que, jugando con el ocultismo, llamo a la puerta equivocada. Pero con ciertos seres nunca se sabe. Me hago con el dolor que se desprende del edificio. Noto todas las palizas, todas las violaciones, todas las muertes que aquí se han cometido y las hago mías, las sufro y las disfruto en toda su intensidad. Hago que ese poder refuerce mi cuerpo y me fortalezca mas allá de los limites humanos y entonces golpeo la puerta, que salta en mil pedazos.

Apenas veo, hinchado de poder y pleno de dolor. Pero a mi me gusta el dolor, yo lo controlo. Hago que retroceda dejándome la conciencia libre. Veo el altar, una piedra grande en mitad de un pentagrama dibujado con tiza. Y veo a la chica, atada y desnuda con unas cadenas mal puestas. Tan mal puestas que se levanta de la piedra y corre en mi dirección, tapándome al macarra. No veo el arma hasta que dispara. No me da por más de un metro y dispara de nuevo, mientras yo le lanzo un cuchillo. La bala atraviesa la pantorrilla de la chica haciéndola caer sobre mí. Rebota, estoy tan hinchado que soy como una roca. Si la bala me hubiera dado a mi no habría pasado nada. El macarra esta en el suelo con un cuchillo atravesándole el omoplato. No parece una amenaza, mas no me fío y espero a que Rata inspeccione.

El chulo se levanta lentamente y se ríe. Esto empieza a parecer una peli de serie B. “¿Esto es lo mejor que sabes hacer, angelito?”. No creo ser ningún angelito. “Mi maestro ya me dijo que vendríais con vuestros crucifijos”. No he pisado una iglesia desde hace años, pero no le saco de su error, no me importa que crea que soy de la competencia. Se que hay una trampa, y si habla puedo buscarla. “Pero no tenéis autentico poder” Se desgañita “Dios no existe, payaso”. Como si no lo supiera.

La trampa esta en el altar, magia burda de sumisión. Supongo que a el le debe parecer el culmen de la Alta Magia. Avanzo, ya sin miedo. Noto su expectación, y seguidamente su terror cuando descubre que ni siquiera vacilo. Entonces ataca. Una legua larga como una serpiente de más de tres metros impacta contra mi pecho y hace estallar una autentica bomba de dolor, miles de agujas se clavan en mi piel y noto como mis ojos estallan. Dios, como disfruto. Cuando recupero el control cojo el altar y lo lanzo contra la pared, estoy tan pletórico que lo clavo en ella. Luego agarro al chulo y tengo que contenerme mucho para no hacerlo trozos. Le golpeo un poco contra el suelo y lo dejo inconsciente.

Miro a la chica, la pobre esta mas allá de cualquier ayuda. Ha perdido del todo la razón y musita palabras inconexas en ruso. Cuando paso por su lado, la mato de un golpe en el cuello. Es todo lo que puedo hacer ya. Salgo a la calle por la puerta principal. Ya no me importa que me vean. Los yonkis tienen un alto sentido de la supervivencia y antes de que logre atravesar la plaza, ellos ya esta en sus agujeros.

Me dirijo hasta el coche. Me gustan los mercedes por que tienen maleteros grandes, aunque sean deportivos. Meto el paquete detrás y salgo del barrio antes de que lleguen las luces azules. Estos no son policías normales, la policía todavía no sabe nada. A esta gente la llaman de muchas formas, La Corporación, La Agencia, Control… en cualquier caso, son los que se encargan de evitar, que la gente como yo, vaya haciendo de las suyas por ahí. Yo los llamo la Jazz Police, y reconozco que hasta me caen bien. Son ellos los que van a tirarse toda la noche limpiando el desaguisado que he montado. Y mientras yo me entretendré con mi macarra, enseñándole nuevas cotas del dolor. Quizá no pueda decirme donde esta su maestro, pero seguro que nos divertimos un montón.

Bajo la ventanilla y dejo que la música atruene el vecindario. Y mientras Ramstaim cantan sus canciones de amor y odio, Rata y yo nos sentimos felices.

Ir al índice

Mi Feevy: Blogroll