viernes, 31 de octubre de 2008

El maestro (Tiempo de Perros VIII)

El rubio la ha cagado, pero bien cagada. Está rodeado por una horda de sectarios, intentado llegar a una especie de altar. Es una situación ridícula, parece un león acosado por un montón de gacelas. A cada golpe suyo, rueda alguno por el suelo, herido o muerto. Pero los otros no ceden y hasta el león más fuerte cae debajo de una estampida. Lo cual, por cierto, no me importa una mierda. En mi lista de prioridades, no aparece por ninguna parte el jugarme el culo por un psicópata. Solo espero que Sandra tenga el suficiente buen juicio como para mantenerse a cubierto.

La situación es clara hasta para el más tonto. Están invocando algo, probablemente más desagradable de lo que ellos mismos piensan. Y piensan usar a la chica como sacrificio. Lo cual es una muy mala idea. No se de donde han sacado a esa chica pero no es normal. Como Carrasco-Rodríguez no entre ya, esto va a ser un infierno. El jefe da la orden “Rodríguez, entre ahora”. La respuesta me hiela la sangre “Estamos en camino”. ¿En camino? Me cago en dios y en su puta madre, dijo que estaba en posición. ¿Es que no va a hacer nada al derecho? Oigo música, así que toca bailar. Al menos me traje un par de juguetes de la bolsa de Sandra. Y se los pienso meter a alguien por el culo.

Salimos de estampida hacia el altar, intentando rodear la pelea del rubio. Veo venir a un par hacia nosotros. Dos tiros, dos muertos. Que nadie me acuse de malgastar munición. Pero los tiros ponen en guardia al resto y veo como un grupo mas numeroso intenta interceptarnos. Disparo todo lo rápido que puedo, pero son demasiados. Un cuchillo atado a un palo me golpea en la frente. No veo nada. Joder. Un golpe en el estomago y me voy al suelo empujado por alguien. Recupero la vista, y veo la cara del animal que tengo encima. El brazo del arma lo tengo libre. La munición explosiva hace que me ponga perdido de sangre y sesos cuando le vuelo la cabeza. Cuando me levanto, no doy crédito a mis ojos. El jefe esta rechazando el ataque con una lanza en cada mano. Parece el puto Darth Maul. Quien iba a decir que era un tipo de acción. Me levanto lo más rápido que puedo. Desde mi posición veo como el cabrón del sacerdote levanta el cuchillo y, antes de que pueda apuntarle, suena un tiro y cae encima del altar. Dos tiros más y la chica queda libre. Sangre en el altar. Mal royo. La gente queda en suspenso unos segundos. Veo la neblina formándose cerca de la puerta. Y entonces estalla la histeria. Tipos con las caras desencajadas se lanzan de nuevo a por nosotros. El jefe aguanta bien. Pero alguno se acerca de más y paga su osadía con un tiro a quemarropa. No he aguantado todo este tiempo para acabar destripado por un pardillo con un cuchillito de mierda.
Mas allá del muro humano que nos retiene, la cosa se esta poniendo interesante. Interesante de cojones. Alcanzo a ver unos hombros y una cabeza enormes, con una espada que hace juego. Alguien le está disparando. Distingo un fusil en ráfagas de tres disparos, una uzi en automático y una pistola; eso son Sandra, el mamón de Pardo y alguien que se ha colado en la fiesta. Al bicho le saltan trozos y parece que le mosquea. Levanta la espada, joder, le va a dar al techo… Entonces noto el estruendo, fuera esta lloviendo y las gotas caen sobre el techo como si quisieran romperlo. La espada baja y destruye un trozo de pasarela y parte del muro. Veo una figura saltar del trozo desaparecido, Sandra. Luego el resto de la pasarela cae y veo dos figuras saltar o caer. Adiós a nuestro grupo de fuego. Un cansancio enorme me invade, me quedo como sordo. Un hombre abre la boca, gritando, pero no le oigo. Observo su cara mientras levanto el arma. Podría ser la de cualquiera. “¿Imaginabas de pequeño que tu vida acabaría así?” Le pregunto a su rostro cuando disparo. Su cara desaparece en un caos de sangre y huesos.

“Vamos a entrar” Suena en mi comunicador. Sigo sin oír la pelea. El comunicador debe estar amortiguando el sonido. “¿Por donde?” Le chillo al micrófono. Pero no obtengo respuesta. Miro las paredes intentando adivinar por cual entrara Carrasco. La puerta cae con un estruendo que ni el comunicador logra amortiguar. Joder, por la puta puerta. De boca hacia el bicho. Hay que ser gilipollas. Todo va condenadamente lento. Veo la espada subir y bajar. “Líder ha muerto”. Dice alguien por el comunicador. Líder es Carrasco. “Pues que le den”. Respondo; “cúbranse y hagan fuego contra el bicho con todo lo que tengan”. Ahora me toca a mí.

Lo primero es apresar a la chica, la veo bajando del altar como atontada. “Unidad 32 diríjase al altar hay que capturar al objetivo”. “No puedo, estoy copada” Me responde Sandra. Joder que día. Veo a un tipo de negro en el altar. Esta cogiendo el cuchillo. Como complete el sacrificio la cagamos. Apunto con cuidado y disparo. La bala le atraviesa como a un holograma. Mierda, ¿Cómo ha cogido el cuchillo? Quizá solo es intangible a ratos. Tengo que dispararle cuando vaya a matarla, eso solo me da una oportunidad. Pienso en los cuchillos del rubio. He visto ese tipo de cuchillo antes. Sirven para matar fantasmas. Pero el rubio no es capaz de avanzar.

Ha llegado la hora de usar los juguetes de Sandra. Saco la primera granada y la lanzo en mitad del grupo que rodea al rubio. Son granadas ofensivas, sin metralla, no creo que le hagan nada. Veo como saltan los sectarios que rodean al rubio, era lo unico que le hacia falta. Coge impulso y se lanza hacia el altar arrasando con los que intentan cortarle el paso. El tipo de negro se acerca a la chica por la espalda. Alza el cuchillo y una rata enorme le salta a la cara. Intento apuntarle pero se mueve demasiado. Agarra a la rata y la estampa contra el suelo. Apunto y disparo. Siento un golpe en el brazo y me tambaleo. Joder, tengo a uno sujetándome el brazo. Le pego una patada en la ingle, suelta la mano y le disparo en la cabeza. Otros dos intentan clavarme sus cuchillos. Por encima de ellos vislumbro al de negro. Tengo que pararlo, disparo hacia el, pero mis balas lo atraviesan sin hacerle daño. Ruedo para librarme de los que me acosan. Veo bajar el cuchillo. “¡NOO!” Chillo, pero alguien se ha interpuesto. Es la rusa y tiene el cuchillo clavado. Le veo levantar un revolver. El tipo la mira sorprendido. Bang, suena, y esta vez si salta la sangre. El rubio esta casi al lado. Disparo rápidamente para librarme de mis adversarios y cuando vuelvo de nuevo la cabeza el de negro ha desaparecido y el rubio esta sujetando a la rusa.

De golpe la lucha cesa a nuestro lado. La gente tira sus armas, o se tira directamente al suelo. Parecen aterrados. Pero el bicho sigue atacando. Le faltan muchos trozos, pero todavía aguanta. Cambio el cargador y empiezo a dispararle yo también. Veo como el rubio intenta pasar por debajo de sus piernas con la chica al hombro, como si fuera un saco. Cuando esta justo debajo corta las piernas con sus cuchillos. El monstruo cae. Pardo corre tras el. Podría ordenar que les detuvieran, pero ya hemos tenido demasiadas bajas.

Los hombres entran en tropel, obligando a la gente a tumbarse en el suelo. Todo el mundo grita “Al suelo, al suelo” “Manos y piernas separadas, donde yo pueda verlas” debería dirigirles pero estoy muy cansado. Me acerco a donde cayó la rusa. Todavía tiene el revolver en la mano. “Era valiente” digo, a nadie en concreto. Sandra está a mi lado. El jefe se dirige hacia nosotros. Cuado llega me dice “Vas a encargarte de esta operación a partir de ahora. Los jefes quieren la cabeza del tipo que lió esto. Se le conoce como el Maestro”. ¿Con quien puedo contar? Le pregunto. “Con toda la organización de Carrasco” y añade “Es tuya ahora”. Me han ascendido, los muy hijos de puta me han ascendido. Oigo el aviso de mensaje. No lo leo, ¿para que? Tengo demasiado trabajo. Empiezo a organizarlo.

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martes, 14 de octubre de 2008

Esta tierra es nuestra

Vivo en Almería, yo no nací aquí. Mi padre llego a esta tierra gracias al "milagro" de la agricultura almeriense. O dicho en plata, vino para conseguir unas condiciones de trabajo que no conseguía en su tierra. Por lo tanto, es un emigrante, como yo. De hecho este no era nuestro primer traslado, fuimos también emigrantes en Cataluña. De Madrid a Barna, todo un vuelo. Cuando llegue a esta tierra, El Ejido, la ciudad de los bancos, solo tenia una calle; y era la carretera nacional. Entonces sentía esta tierra como inhóspita y extrajera. Hoy ya no, en esta tierra he crecido, he trabajado y en ella ha nacido mi hija. Esta es mi tierra. Pese a quien pese.

Como mi padre, a lo largo de este tiempo, llegaron muchos mas, de todas partes. Algunos cambiaron de país para hacerlo, pero eso no los hacia más extranjeros. Muchos de ellos han crecido aquí, todos han trabajado para crear lo que aquí se ha construido, sus hijos han nacido aquí. Ellos son de aquí. Pese a quien pese.

Por eso cuando oigo que ahora sobran, que deberían volverse a sus países, me invade una rabia negra. Esa gente es mi gente. No sobran. Si ahora las cosas van mal, habrá que apretarse. Por que trabajaron para ello. Por que todo lo que tenemos, es tan suyo como nuestro. Por que no es caridad. Es justicia. Esta tierra es nuestra, de ellos y nosotros. Si es que, a estas alturas, existe un ellos y un nosotros.

lunes, 13 de octubre de 2008

El angel (Tiempo de Perros VII)

Corro hacia la escalera, intentando seguir a la unidad de combate. Pero no logro mantener el ritmo, me duele mucho la cabeza, cada vez más. Creo que son los cantos. Hay algo en ellos que me aterra. Cuando empiezo a subir los escalones me doy cuenta. Puede que este tipo sea el mejor asesino del mundo, pero no tiene ni idea de tácticas. Nos ha dejado sin ruta de escape y nuestras líneas de tiro apuntaran hacia el. De todas formas es demasiado tarde.

Tropiezo, mi mano se suelta de la barandilla, la música resuena en mi cabeza. Pero no es el canto de la multitud lo que oigo. “Y veréis el resurgir, poderoso, del guerrero; sin miedo a leyes ni a nostalgias”. Es Extremoduro, lo esta escuchando el rubio. Intento recuperar el control de mi cuerpo. Mi mente esta buscando a los de la agencia, casi los veo, pero entonces me doy cuenta de que no soy yo quien los esta buscado. Hay alguien dentro de mi cabeza.

“Que te follen”-grito. No se ni como pero logro echarle. Liuba esta intentando ponerme de pie, desesperada. Los cánticos son ensordecedores, parece que se aproximan al final. El rubio esta intentado llegar al altar, pero un grupo de gente le ha salido al paso y no logra avanzar. No puedo disparar desde aquí, no tengo línea de tiro. De todas formas, el rubio no tiene importancia ahora. Van a matar a Irene cuando los cantos lleguen al final. Subo las escaleras todo lo rápido que puedo y corro por la pasarela buscado un sitio desde el que disparar. Me van a estallar los pulmones. No veo al oficiante, maldita sea. Solo veo su sombra acercándose al altar. No llego, mierda no llego. El aleluya del final se mezcla con los ruidos de la pelea de rubio. Por fin veo al sacerdote, que levanta un cuchillo y obliga a Irene a agachar la cabeza encima del altar. Subo mi arma, intentando apuntar. Me tiembla la mano, no logro hacer puntería.

El estampido de un disparo resuena en la nave. El sacerdote suelta el cuchillo y cae lentamente sobre el altar con la sangre saliéndole del cuello a borbotones. Giro la cabeza y veo a la unidad de combate en la pasarela tomando de nuevo puntería. Dos estampidos más y los guardias que acompañaban al sacerdote caen al lado de este. La gente queda en suspenso. La sangre fluye sobre el altar. Esto no ha terminado. En el escenario vacío se empieza a acumular una neblina. Algo viene. Un ángel de más de tres metros aparece en medio de ella. Tiene las alas negras, los ojos son dos pozos negros y lleva una espada en llamas. “No es un ángel, es un demonio” me chilla mi cabeza. Le vacío el cargador. A mi lado Liuba dispara su arma una vez detrás de otra y veo como la unidad de combate le dispara con el AK47. Trozos de ángel saltan en todas direcciones, como si su cuerpo fuera solo un caparazón. En los agujeros me parece ver un conjunto de tentáculos. El ser levanta la espada y ataca a la unidad de combate. Esta salta de la pasarela antes de que llegue el golpe. . La espada rompe la pasarela, como si fuera de papel. Meto otro cargador, pensando en seguir disparando. La pasarela empieza a moverse. Se va a caer. Intento correr hacia la escalera, pero Liuba esta en medio. Mierda, me voy a matar. Oigo a Liuba gritar. Caemos.

Caigo encima de alguien, y Liuba cae encima de mí. El dolor me atraviesa como un puñal, paralizándome. Un tipo me patea salvajemente y me machaca la mano izquierda. Dioses, duele. Intento girarme para sacar el arma de debajo de mi cuerpo, pero el peso de Liuba me lo impide. Oigo varios disparos cerca y, de pronto uno al lado. Al tipo que me golpeaba le falta media cara. Liuba se levanta con la pistola humeante y me ayuda a incorporarme. Un hombre se me tira encima con un cuchillo y me lo clava en el hombro. Logro ponerle la uzi en el estomago y aprieto el gatillo, no se cuantas balas salen. Mientras cae veo a otro que me ataca con una especie de lanza. Logro sujetarla con la izquierda, que me duele a morir. Levanto la uzi y le vuelo la cara con una granizada de balas. No deben quedarme muchas. Logro retener la lanza y la giro para encararla a un tercero que se empala solo. Durante un momento nadie me ataca. Veo a Irene intentando bajarse del escenario del altar. Hay un hombre en el altar, viste de negro, el pelo largo y lleva un colgante enorme en una cadena de oro. Ese colgante es de Irene, es parte de Irene. Ese tipo es el que nos ha traído hasta aquí. Veo como coge el cuchillo. “Tenemos que salvarla” le chillo a Liuba, mientras señalo con el dedo. Intento correr hacia allí, pero en ese momento un tipo me placa y acabo en el suelo con el encima. Intenta sujetarme los brazos, es muy fuerte. Le muerdo en la cara y noto su sangre en mi boca. Parece que afloja. Logro soltar un brazo y girarme. Empiezo a golpearle, puñetazo tras puñetazo, hasta que deja de moverse.

Cuando me levanto, una explosión sacude la nave y las puertas caen hacia dentro. La honda expansiva me tira al suelo. Un grupo de unidades de combate y agentes entran disparando. El monstruo sigue en lo alto de su escenario, parece que no puede salir, pero llega de sobra hasta la puerta. De un solo movimiento aplasta a tres con su espada. Uno de ellos es Carrasco, estoy seguro. El resto intenta tonar posiciones mientras le dispara. No veo a Irene y no puedo moverme sin que los agentes me tomen por un enemigo. Empiezo a disparar al monstruo.

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jueves, 9 de octubre de 2008

RED Party

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[Spanish version of the article, here]

Cristina was leaving, yeah, we were all fucked up, and so, but that didn't mean we couldn't be on the mood to make a huge farewell party to wish her the best of lucks for the life to come...

So, Pauline (French), Riccardo (Italian), María (Gallega!) and me organized a little big party for our red friend: Cristina's RED PARTY!!!

Red decoration, balloons, cardboard, of course red candles, and great red cocktails lovely prepared by Pauline and our Red Bartender, Olivier (Belgian)

That was, of course, accompanied by a surprise dinner on Friday (lovely pizza and empanada, both home bade, and sweet apple pie and red jelly!) and a party night in Storås, and followed by a late brunch on Saturday afternoon :-)

Here you have some pics of the event. More, on Facebook ;-)



































Cristina se iba, sí, estábamos jodidos y eso, pero eso no quitaba para que nos apeteciera hacer una fiesta de despedida tremenda para desearle la mejro de las suertes en su vida futura...

Así que Pauline (francesa), Riccardo (italiano), María (¡gallega entre las gallegas! jejeje) y yo organizamos una pequeña gran fiesta para nuestra amiga roja: ¡¡¡la RED PARTY de Cristina!!!

Decoración roja, globos, cartulinas, y por supuesto velas rojas, y magníficos cocktails rojos preparados con mucho amor por Pauline y nuestro Barman Rojo, Olivier (belga).

Evidentemente a la fiesta le acompañó una cena sorpresa el viernes (magníficas pizza y empanada, ambas hechas en casa, y ¡dulcísimas tarta de manzana y gelatina roja!) y noche de fiesta en Storås, y le siguió un brunch tardío el sábado por la tarde :-)

Aquí tenéis algunas fotos del evento. Más, en Facebook ;-)

[Perdón por la mala traducción, la he hecho con prisa...]

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Tiempo de Perros - Índice

Este es el índice de la serie "Tiempo de Perros". Iré actualizándolo a medida que vaya escribiéndolos.

I La plazilla
II Jazz Police
III Sueños
IV Parejas de Baile
V As de guía
VI Ochos cortados
VII El angel
VII El Maestro

lunes, 6 de octubre de 2008

The end of an age

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[Spanish version of the article, here]


Today is the end of an era.

Today, Cristina Manzano, aka Cryptogirl, has left Norway.

She came being Cristina Azul, and she leaves being Red Cristina. More than a year of life in this country, to thousands of kilometers from the former home. More than a year in Moholt, in Trondheim. Many experiences, much learnt and quite a lot taught.
And now, where to? León, Valencia, Madrid, Germany? Wind and time will tell.

There is no way back, and we don't want one. Erasmus is only once in a lifetime.

From now on, everything is different. From now on, we know nothing, the future is more uncertain than it ever was, but we are more willing than ever. It's starting all over.

From now one, life into two suitcases.

Today, Trondheim cries.
It's the first storm of the season. It's been lasting for two days. Rain, wind and hail.

Today is the end of other age.

And the beggining of the rest of our lifes...

For me, it is all about to start...





Hoy es el fin de otra era.

Hoy, Cristina Manzano, aka Cryptogirl, se ha marchado de Noruega.

Vino siendo Cristina Azul, y se marcha siendo Red Cristina. Más de un año de vida en este país, a miles de kilómetros del hogar anterior. Más de un año en Moholt, en Trondheim. Muchas experiencias, mucho aprendido y bastante enseñado.
Y ahora, ¿a dónde? ¿León, Valencia, Madrid, Alemania? El viento y el tiempo lo dirán.

No hay vuelta atrás, ni la queremos. El Erasmus es sólo una vez en la vida.

A partir de ahora, todo es distinto. De ahora en adelante, no se sabe nada, el futuro es más incierto que nunca, pero con más ganas que nunca. Es empezar otra vez.

De ahora en adelante, la vida en dos maletas.

Hoy, Trondheim llora.
Es la primera tormenta de la temporada. Dura ya dos días. Lluvia, viento y granizo.
Hoy es el fin de otra era.

Y el comienzo del resto de nuestras vidas...

Para mí, está a punto de empezar...
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Ochos cortados (Tiempo de Perros VI)

Voy derecho a una trampa, no hace falta ser muy listo para darse cuenta. El Maestro nos convoco a todos y nosotros hemos seguido el camino como ratones bien entrenados. Si fuera un chico listo daría un volantazo y dejaría que la chica esa, si es que eso era una chica, se las arreglase sola. Pero no soy un chico listo y Rata esta dentro. La única posibilidad es que el Maestro se haya equivocado en algo, que algún incontrolado se haya colado en la fiesta. Cuando tu única oportunidad es que el adversario la pifie, estas bien jodido.

La nave es antigua, de ladrillo y no de placas de hormigón como el resto del polígono. Debía ser algún tipo de pequeña fábrica. Una gran estructura, con tejado a dos aguas, albergaba la superficie principal de trabajo. Detrás, otro edificio adosado, mas largo, como si fuera un crucero, da al lugar apariencia de iglesia. En la fachada destacan unos carteles en los que pone “Dios te ama” y “Solo Él puede sanarte” en vivos colores. No veo gente fuera, pero si coches. Unos cincuenta, como los dueños estén todos dentro esto va a ser una carnicería. En fin, doy la vuelta a la manzana y me situó por la parte por donde debieran estar las oficinas.

En la parte trasera del coche, el policía y Liuba, así se llama la rusa, discuten en ruso. Ella quiere entrar y el policía intenta convencerla de que es demasiado peligroso. Como si quedarse fuera fuese seguro, si queríamos salvarla, deberíamos haberla dejado antes de entrar en el polígono. A estas alturas la policía de jazz habrá cerrado todas las salidas. Me vuelvo y les digo “Cada cual debe tener la oportunidad de elegir su muerte”.
El policía me dice que es la vida lo que se elige. Si, claro y que más. “No, la vida es la que te toca”, le respondo.

Salgo del coche, dejándolo con la palabra en la boca, no tengo ganas de seguir discutiendo. Me dirijo a una ventana que está entreabierta, vislumbro las siluetas de dos cabezas. Creen que por que no me ven yo tampoco puedo verles a ellos. Pobres niños jugando al escondite. Salto dentro sin tocar la ventana, uno intenta pincharme con una lanza improvisada, se la arranco de las manos y la uso para clavar al otro a la pared. Luego con el cuchillo le rebano el cuello. No han tenido tiempo de gritar. Por ahora vamos bien.

El policía y la rusa están al pie de la ventana. Les hago señas para que pasen. Resulta un poco patético ver a Luiba intentar subir, ayudada por el otro desde abajo, mientras se esfuerza por que su falda no se abra. Cuando por fin logra entrar en la habitación, se pone blanca. No esta acostumbrada a la sangre y aquí hay mucha. Al de la cuchillada casi le arranqué la cabeza y ahora cuelga de su tronco sujeta por un hilo de carne. Ese tipo de herida sangra mucho y este casi ha vaciado toda su sangre en el suelo. Por no hablar de las salpicaduras en el techo. Y la verdad es que el otro, clavado en la pared como un insecto, tampoco es muy decorativo. Aun así aguanta bien el trago y se limita a ponerse la mano en la nariz como para protegerse del olor. Tipos duros los rusos, debe ser por el clima.

El policía sube sin ruido y como un profesional, trepa ofreciendo el mínimo perfil posible y en cuanto entra ya tiene el arma preparada. Ex-militar supongo. Sus ojos cambian de color y dice “hay uno en el pasillo y otro en la oficina de al lado”; y añade “viene alguien, viene a ayudarnos”.Miro por la ventana y veo acercarse a la chica que antes nos disparó. Lleva un fusil en las manos. ¿Viene a ayudarnos? Joder, pues vaya cambio de opinión. Por si acaso me sitúo en el lateral de la ventana. El policía en cambio, le da la espalda y se va hacia la puerta. Luiba permanece en medio de la habitación intentando no tocar nada. La chica salta dentro sin ruido, y antes de que me de tiempo a moverme tengo la culata de su fusil entre ella y yo. Debe tener sensores térmicos.

La situación es, como mínimo, extraña. Una unidad de combate y yo midiéndonos en silencio. El policía acechando en la puerta sin hacernos caso y la rusa mirando espantada a su alrededor. Si esto sale en una peli no se lo cree nadie. La unidad de combate me sonríe y baja la culata del arma. Esto me supera. Bajo el cuchillo lentamente. “Necesito que alguien elimine al del pasillo en silencio” dice el policía. La unidad de combate me da la espalda y se dirige a la puerta. Se cuelga el fusil a la espalda y espera un momento. Luego abre la puerta de golpe, fuera hay un hombre con cara de susto. Antes de que el tipo reaccione agarra su cabeza y la gira. “Creec” suena. El tipo esta muerto.

No tengo ningún control sobre la situación. Y empiezo a sentir vértigo. El policía y la rusa son devotamente fanáticos de la cosa esa que secuestraron, y no van a aceptar ningún resultado que no incluya su rescate. No se que puñeta esta haciendo Rata, de hecho ni siquiera puedo oírle. La unidad de combate parece que esta de nuestro lado, pero no se hasta cuando. Y, a estas alturas de la fiesta, se que el Maestro no está aquí. Voy a morir por nada. “Eliminemos al que queda” digo.

Salgo al pasillo y abro la puerta que me señala el policía con la cabeza. Un pobre desgraciado me mira desde detrás de una mesa y hace un gesto para intentar coger un cuchillo que tiene en ella. No llega a completarlo. Mi daga le atraviesa el cuello. Lo veo morir atragantándose con su sangre. Dioses, estoy tan cansado. Recupero la daga y salgo al pasillo. “No hay nadie mas aquí” dice el policía. Me sorprende, el complejo de oficinas es muy grande, seguro que hay más de veinte oficinas dando a este mismo pasillo, sin contar las de los pisos superiores. “¿Seguro?” pregunto. “Nadie” responde, “están todos en el ritual”. Vuelve a tener los ojos raros, como opacos y de un color violáceo. Entonces empiezan los cánticos.

Un coro enorme declama con fuerza los versos de un canto en una lengua extraña. Noto el poder según empieza. Una marea de asco me invade, no se que es lo que pretenden, pero, sea lo que sea, es total y absolutamente falso. Nos dirigimos a la puerta que comunica con la nave principal. Esta abierta. Puedo ver un escenario situado en medio de la nave y otro cerca del portalón de entrada. En el del centro hay un altar de piedra. Y la chica esta allí, entre dos tipos que parecen sujetarla para que no escape. Otro tipo dirige a la gente que abarrota el espacio entre los dos escenarios, desde delante del altar mueve los brazos marcado el ritmo del canto. El otro escenario esta totalmente vacío, aunque creo que no por mucho tiempo.

Los tipos del escenario miran hacia la puerta y la gente que canta parece concentrada en el director del espectáculo. No parece que nadie tenga armas de fuego. Hay una pasarela, como a un piso de altura que recorre todo el perímetro de la nave. Creo que tengo un plan, o por lo menos el esbozo de uno. “Subid por la pasarela y colocaos encima del portalón” les digo “Yo intentare atacar desde atrás y traerme hasta aquí a la chica. Disparad a cualquiera que intente impedírmelo.” El policía asiente y la unidad de combate se dirige a la escalera que da acceso a la pasarela sin ningún comentario. Liuba me mira “No tengo armas”. Le doy mi pistola, un revolver del treinta y ocho que, de todas formas, jamás uso. Los veo subir por la escalera y me preparo. Busco todo el dolor que pueda sentir y lo encuentro. Noto como me hincho poco a poco. Atacar y huir, ese es el plan. No creo que salga.

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sábado, 4 de octubre de 2008

Oyendo musica

Últimamente, mi niña y yo estamos escuchando mucho a Huecco y a Puchero del Hortelano. Quizá no sea la música mas apropiada para una niña de once meses, y además recuerdo que prometí ponerle otras cosas. Pero Mavi tiene la desgracia de tener a un padre tan bruto, que de nana le cantaba la Internacional Comunista y el estribillo con que los mineros asturianos recibían a la policía en los finales de tito Paco. ¿No se lo saben?;

"Siendo Carrero ministro naval
siempre su sueño fue volar,
hasta que un día ETA militar
hizo su sueño realidad.
Voló, voló Carrero voló
y nunca más al suelo bajo."


Si a eso le añadimos mi afición a Estremoduro y a Rammstein , creo que lo que le estoy poniendo ahora se puede considerar una mejora. El caso es que estaba fregando los platos, mientras Mavi intentaba sacar todas las cucharillas del cajón de los cubiertos, cuando empezo a sonar "Creo";

“Creo en la fuerza del hombre
Cuando invade tierras que no le corresponden
Creo en Troya cuando arde
Y en la buena fe de los daños colaterales.

Creo en Dios cuando en su nombre
Tiemblan los vagones de Madrid y Londres
Trueques de petróleo y sangre
Bendito intercambio siempre en busca de culpables.

Y creo en la magia que se esconde
Tras la Patria y las banderas de colores
En los que mueren en combate
Y en los que pisaron las minas de chocolate.

Por eso, sólo creo en ti
Uay ay ay amor, sólo creo en ti.
(sólo creo en ti).

Creo que creo en las distintas versiones
En las mil caras del miedo y sus manifestaciones
Ratitas presumidas y arrogantes
Juegan a barrer países y a esconder las llaves.

Y las tiran al fondo del mar
Matarile rile ron matarile rile ran
Creo en fuegos artificiales
Y en las fallas militares.

Por eso, sólo creo en ti
Uay ay ay amor...

No, no creo en la inocencia
De la voz, de la voz de su conciencia
Yo no, yo no, yo no voy a besar las bocas de la violencia
Porque las flores se mustian y el odio te angustia
Y yo sólo creo, sólo creo en ti.
(sólo creo en ti).

Creo en discursos con sermones
En promesas para adulterar las elecciones
Creo en ladrones de blanco guante
Cínicos pinochos en sillas de gobernantes.

Caballos comen peones
Alfiles se rinden ante el poder de las Torres
Y jaque al rey desde los mares
En el ajedrez de las potencias nucleares.

Por eso, sólo creo en ti
Uay ay ay se...

No, no creo en la inocencia
De la voz, de la voz de su conciencia
Yo no, yo no, yo no voy a besar las bocas de la violencia
Porque las flores se mustian y el odio te angustia
Y yo sólo creo, sólo creo en ti.

No me interesa ser la fresa presa de sus ambiciones
Leones con encías que vacían nuestros corazones
No hay razones pa que nos sigan tocando los cojones
Nadie confiesa ni expresa perdones... ni expresan perdones.

No, no creo en la inocencia
De la voz, de la voz de su conciencia
Ay! No, no creo en la inocencia
De la voz, de la voz de su conciencia
Yo no, yo no, yo no voy a besar las bocas de la violencia
Porque las flores se mustian y el odio te angustia
Y yo sólo creo, sólo creo en ti, sólo creo en ti...”


Hasta ese momento, había considerado el estribillo una ñoñeria de libro, una gracieta para niñas tontas y poco más; puesto solo para rebajar la dureza de la canción. Pero cuando canté “Y yo sólo creo, sólo creo en ti” y mire a Mavi, se me cambió completamente el significado de la canción.

Si alguna vez dejo, ardiendo, una Troya a mis espaldas; espero poder llevar entre mis brazos mi única Fe autentica. Por que, puedo asegurar, que el único valor y sentido de mi vida es quien dejo detras.



P.D No me olvido de la historia que tenemos a medias. Prometo publicar la continuación antes del lunes

Mi Feevy: Blogroll