miércoles, 27 de agosto de 2008

Parejas de baile (Tiempo de perros IV)

Me gusta el barrio, ropa lavada en las ventanas, gente yendo al trabajo, coches utilitarios, mucha calle peatonal. La clase de sitio en que si dejas a tu hijo en la calle, lo peor que puede pasar es que le partan la cabeza de una pedrada. La calle del objetivo tiene un tramo peatonal, lo que me viene bien, nadie podrá colocarme un coche en la puerta y taparme la visión. Observo mientras camino. Los grupos de mujeres y hombres esperando a que los recojan, una furgoneta de la secta adventista, turismos y furgonetas de trabajo… Y un BMW enorme. Ese se ha perdido. O me esta esperando. El conductor tiene pinta de mosquita muerta y Rata pasa por su lado sin inmutarse. Parece que no hay peligro.

Veo a la rusa apenas entro a la calle. Es alta, pero está tan delgada y tan encogida que parece pequeña. Noto su dolor a distancia. No recuerdo a nadie que se sintiese tan solo. Esto no va bien. Necesito terminar de romper la magia que la mantiene atada a su misión, lograr que me señale al objetivo y convencerla de que se marche. Y no tengo mucho tiempo, los secuestradores o la policía del jazz estarán por aquí muy pronto. Si me monta una escena estoy listo. En fin, ya se verá.

Me acerco y le susurro “sdrazvuitie”. Quiero que confíe en mí, y no hay mejor presentación que hablar el idioma del otro. La chica se da la vuelta y me mira unos segundos, parece muy asustada. Intento decir algo, tranquilizarla. Solo acierto a sonreír, de forma bastante patética, creo. Maldigo mi estúpido mutismo. De pronto ella me abraza y empieza a hablarme muy rápido, “Ponchik” repite varias veces, y entiendo que se refiere a mí. ¿Rosquilla? ¿Por qué me llama rosquilla? Es dulce… debe ser algo como el “honey” de los ingleses. La consuelo como puedo, mezclando mi pésimo ruso con español.

Cuando, por fin, consigo que me suelte un poco, comprendo que estoy perdido. La policía de jazz esta llegando. Cojo a la rusa de la mano. Hay que largarse. Rata esta sobrexcitado, no se que puñeta le pasa. Parece decirme algo de una diosa. Madito idiota, no es el momento de andar con juegos. Hay dos coches del enemigo entrando por la calle. Cuento cinco agentes en los coches y me da la impresión de que, al menos uno, es una unidad de combate. La furgoneta de los adventistas está cerca, abierta y con el motor arrancado, quien iba a decir que esa escoria serviría para algo.

Entonces se abre la puerta del objetivo y sale una chica menuda, con aspecto de mosquita muerta. El chillido de Rata dentro de mi cabeza casi me tira al suelo. “La diosa, la diosa”, repite el muy idiota. La rusa también se para y la mira. Entonces lo comprendo. Esa chica es el objetivo. Y menudo objetivo, cuando logro atravesar todas las capas de protección, me doy cuenta que esa chica es el ser mágico mas poderoso que jamás he visto. Cuesta mirarla, sus protecciones inconscientes hacen que quiera apartar la vista, ignorarla. Nunca me había costado tanto mirar a alguien.

Bien, nuevo plan. Dejo que se acerque a la furgoneta, la empujo dentro y salgo como si me persiguiese un batallón de diablos. La chica esta mas cerca de la furgoneta que yo, así que debo andar rápido, pero sin que los de la policía del jazz se de cuenta. Intento trasmitir a Rata mi plan. Espero que me entienda. Los adventistas empiezan a meterse dentro de la furgoneta. Hoy no es mi día.

Rata se mete por debajo de la furgoneta. Parece que lo ha entendido. Entonces el conductor se monta en la furgoneta y cierra la puerta. Maldita sea, estoy a solo cuatro pasos. Voy a tener que sacarlo a empujones. La chica esta llegando. Tres pasos. Acelero. Dos pasos y todo se va a la mierda, uno de la secta empuja a la chica dentro y salta al interior. Un paso y cierran la puerta en mis narices. La furgoneta sale chillando ruedas y quedo al descubierto. Los secuestradores eran ellos.

Es tarde para todo, tengo los dos coches encima y están frenando. Oigo la moto cuando casi la tengo encima, un guardia civil se lanza hacia mí. Es mi última oportunidad. Salto y me lanzo con las piernas por delante hacia su cabeza. El motorista esta muerto antes de tocar el suelo. Le he partido el cuello. No hay tiempo. Cojo la moto mientras oigo puertas abriéndose. Acelero y salto un coche aparcado. Tengo que atrapar esa furgoneta. Tengo que rescatar a Rata y a la chica.

La rusa me llamo “Ponchik”, maldigo y maldigo. No puedo dejarla atrás. Joder. Doy la vuelta a la manzana y entro en la calle peatonal por el otro extremo. Dos de los policías están intentando cogerla, la rusa se resiste. Lanzo la moto contra uno de ellos, y salto para acabar con el otro. Oigo más coches y el ruido de un helicóptero. Hoy es un buen día para morir.



Todo se ha ido al cuerno. El rubio esta en la parte de atrás del BMW intentado contener la hemorragia de la rusa. Debería estar muerto. Tendría que haberlo matado. Pero no pude. Cuando abrazó a la rusa me quede mirando como un idiota. Luego se lió todo. Los coches de la agencia entrando en la calle. Los adventistas secuestrando a Irene. El rubio escapando en moto. La gente de la agencia intentando detener a la rusa. Y yo seguía allí intentando decidir que hacer.

Y de pronto veo volver al rubio, saltó un coche con la moto, sorprendiendo totalmente a los agentes. Se tiró de la moto en marcha para degollar a uno de ellos y logró que la moto aplastara al otro. Corría, con la rusa de la mano, hacia el coche de los agentes, cuando del segundo coche salió mi controlador y una chica muy extraña. Una máquina de matar. Supe que no llegarían al coche. Los iban a acribillar.

Entonces deje de pensar. Siempre fui bueno disparando. Lancé la primera ráfaga contra mi controlador. Tres disparos, como en el manual. La chica tumbó a mi objetivo salvándole la vida por fracciones de segundo. La segunda y la tercera destrozaron una rueda y el radiador. Después me volví un poco hacia el rubio y le grite que viniera rápido. No se lo pensó. Entró en el asiento de atrás con una rapidez pasmosa. Lance dos ráfagas mas para dejarlos agachados y otra al coche vacío. “Si nos quieren seguir que busquen un taxi” Pensé.

Ahora huimos. No se como vamos a encontrar a Irene. No se que hacer con el rubio. No se como escapar de mi gente. Joder, ni siquiera sé con qué se hizo la herida la rusa, ni si saldrá de esta.

El rubio, en cambio, parece que solo piense una cosa por vez, sigue vendando a la rusa con los restos de una camisa que sacó de mi bolsa de viaje. Y no ha dicho ni una palabra desde que entró en el coche. No parece que le importe ni a donde vamos, ni que haremos después. Me va a estallar la cabeza.

El rubio termina con la chica y me dice “Hay que rescatar a la otra”. Así, como si fuese tan fácil. El dolor taladra mi cabeza. Pierdo el control del coche. Por suerte no hay nadie mas en la carretera y logro pisar el freno. El rubio sujeta el volante. No se como ha llegado al asiento del copiloto. “¡Se puede saber que haces!” Chilla. Solo alcanzo a balbucear “Intentaba saber donde está” Y añado, para que no resulte tan tonto “Puedo localizar a la gente con la mente”. El rubio me mira pensativo “No vuelvas a hacerlo mientras conduces” Me sonríe cómplice “Puse un localizador en la furgoneta”.

Todavía estoy temblando. “Pasa atrás y consuela a la chica” Dice “No creo que te entienda, pero cuéntale algo siempre ayuda escuchar a alguien a tu lado” “Hablo ruso” Le contesto mientras me bajo. “Entonces cuéntale algo bonito”.

El coche arranca y yo empiezo a hablarle a la rusa. De alguna forma, parece que todavía voy al rescate. Dios, ¿Cómo me las arreglo para ser tan patetico?.

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3 comentarios:

BarakKhazad dijo...

... sí... hable con ella...

god, it's sooooo Sin City!!!

Creu, pq has estado tanto tiempo sin publicar, mamon?? has pensado en hacerla comic, o corto? :-)

Anónimo dijo...

estoy enganchada... XDXDXD

pon dijo...

Joder!!!
Qué trepidante!!!!

La releche!!!

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