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Como todo friki que se precie sabe, ya sea aprendiz o pro-, y en especial, los autoestopistas galácticos, cuando la supercomputadora Deep Thought calculó la respuesta del "sentido de la vida, del universo, y de todo lo demás", su conclusión fue: 42. Y eso saldremos a reivindicar el próximo 25 de mayo. Cuál era la pregunta para esa respuesta ya fue harina de otro costal, o cálculo para otra supercomputadora.

Y como todo niño o niña de bien sabe, lo esencial es invisible a los ojos. No se ve bien sino con el corazón. O lo que es lo mismo, que lo importante no es el envoltorio, la forma, el color, mal que Góngora se empeñara. Lo realmente importante es la esencia de las cosas. Por definición. Y de las personas, pues también.

Y bueno, un rasgo esencial mío que me hace particular y singularmente yo, lo cual no quiere decir que no lo comparta con nadie, desde luego... hay muuucha gente en el mundo que nos dedicamos a lo mismo, sólo que, bueno, no es algo que comparta con tanta gente como ser alto, por ejemplo, o tener los ojos oscuros, o ser marica y de izquierdas, que hay mucha gente que lo es... no, esto es algo más minoritario... un rasgo esencial mío, decía, es que colecciono Princpitos.


Al principio, cuando lo contaba, e inmediatamente después de saber la gente que soy gay, pues claro, daba lugar a confusión: la gente lo malinterpretaba.

- ¿Principitos? ¿Cómo, Principitos? Pero, ¿de dónde? ¿Así, rubios, monines, pequeños, o cómo?

- Nooo. No me refiero a chicos, ahora. Bueno sí. De esos también colecciono [Coleccionaba]. Pero no. Principitos, digo, "El Principito", el libro de Sant-Exupéry. Colecciono diferentes ediciones, en distintos idiomas.

- Aaaaaah, vale. Sí. Lo leí cuando era pequeñ@. - Si la respuesta era esta, confirmado: no vale la pena seguir la conversación.

- Aaaaaah, vale. Sí. Me encanta. - En este caso, buen feeling :-)


Ahora ya quien lo tiene que saber lo sabe: amigos, amiguetes, familiares en primer y segundo grado... Y claro, que tenga ya 42 muescas en mi c... , uy, no perdón, que eso es de los otros Principitos; no, me refiero a 42 ejemplares del Principito, pues eso, que no quiere decir que yo sea muy buen coleccionista, ni nada de eso, qué va. Ni que sea yo muy viajero o mis amigos y familiares también, no, bueno, viajo tanto como me puedo permitir, pero no. Tiene que ver más con: domesticar, crear lazos, transferir parte de tu esencia a tus amigos, que ellos te transfieran la suya, y que cuando viajes, o ellos viajen, todos llevemos un pequeño hueco en la mochila para los caprichos, las frikadas, los gustos, o las esencias de los demás...

Son las pequeñas cosas las que nos hacen diferentes. Únicos. Se trata del cúmulo de esas pequeñas cosas.
Un calendario comprado en una librería parisina; una postal de Kyoto enviada desde Hong-Kong; una figurita fálica traída de Perú; una guitarra con cuatro cuerdas cogida de un contenedor; una melodía a medio escribir, sin pentagrama, tarareada; una ración de comida tailandesa comprada en Camden Town; una piedra volcánica recogida cerca del cráter de un volcán en Costa Rica; un pequeño Principito, siempre rubio, siempre sonriente, y con bufanda, pero que cada vez habla un idioma distinto; una rosa, única, esencial, en algún lugar del mundo, vagando entre las estrellas a bordo de un asteroide poco más grande que una casa...


Quizás mañana sean 43. Y seguirán siendo únicos.
Como Marga, Nesi, Bibi... Como Currito, como Melinda, como Ángela, como Silvia... Tengo una sobrina que se llama Silvia, ¿lo sabíais? Nunca os he hablado de ella... A ver si uno de estos días... ;-)

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