viernes, 8 de agosto de 2008

Jazz Police (Tiempo de perros II)

Ahí fuera hay monstruos, y alguien tiene que detenerlos. Esa es la cuestión. Hay cosas que se dedican a cazar a la gente o a usarla para sus siniestros juegos. Cuando lo descubres, no queda sitio para el relativismo, no puedes ponerte a analizar lo que esta bien y lo que esta mal. Ellos son el mal. Y cualquier cosa que hagamos para detenerlos esta bien.

Pienso en ello todas las noches, lo necesito. Pienso en ello esta noche, mientras conduzco hacia la zona donde han detectado “actividad anómala”. Hay que joderse, “anómala”, si que un par de monstruos se carguen a tres personas es anómalo, cuando pase algo extraño será una carnicería.

El jefe va detrás, leyendo los informes del equipo que he seleccionado, chavales jóvenes con apenas un roce con lo sobrenatural, o que han destacado de alguna manera. Les convencemos de que trabajan para alguna unidad especial y los usamos para el trabajo de campo. Algunos progresan, aunque la mayoría se quedan de colaboradores, sintiéndose superiores al resto de la canalla pero sin enterarse de una mierda.

Llegamos a la zona, un barrio de mierda, solo bueno para los yonkis y las ratas. La plaza esta llena de coches de policía y tipos uniformados. Nos dejan pasar sin decir nada. Cuando nos acercamos a la casa, escucho un trozo de estribillo. “Jazz police I hear you calling. Jazz police I feel so blue. Jazz police I think I'm falling, I'm falling for you”. Un mierda de esas hippies, pero me parece extrañamente apropiada. Somos la policía del jazz y ellos caerán hacia nosotros.

El jefe me pide que me encargue de los niños, mientras el baja con los tipos listos. Reconozco a uno, me lo presentaron como comisario Carrasco. Aunque no creo que sea comisario, y dudo mucho que se apellide Carrasco. Es un pez gordo, puede que del mismo nivel que mi jefe. Mucho pez para tan poca pecera. Esta mierda debe ser muy gorda.

Pongo a los chavales a currar, interrogando a todo el mundo y removiendo la mierda. Dudo que encuentren algo, la movida es abajo, pero nunca se sabe y hay que seguir el procedimiento. Pronto son un bien entrenado grupo de hormigas, haciendo meritos para ganar mi aprobación. Los observo uno a uno, intentado averiguar si alguno merece algo mas.

Pronto averiguamos que, por imposible que parezca, todos los testigos presentes vieron salir a un individuo de la casa con el proxeneta. Naturalmente las descripciones no coinciden y tampoco la manera de llevarlo. Mierda pura, solo hay yonkis y putas, que coño íbamos a averiguar de aquí.

Veo a Julián Pardo, un chaval que sacamos de la Guardia Civil, sentado con su libreta de notas en una piedra, observando a los testigos. No me gusta ese chico, pese a haber estado con las fuerzas especiales, al igual que yo mismo, y a su experiencia como policía judicial, sigue pareciendo un pardillo. Sin embargo, sus mandos lo tenían por competente y resolvió varios casos casi imposibles. Estoy a punto de darle un grito para que espabile, cuando descubro a lo que mira. Una puta rusa esta tratando de pasar inadvertida, mientras a su alrededor sus compañeras intentan evitar la deportación convirtiéndose en testigos.

Pardo se levanta y se dirige derecho hacia ella, le dice algo y la separa del grupo. Cuando empieza a hablar distingo algunas palabras. El jodido cabrón habla ruso. Eso no aparecía en su informe. La maldita canción sigue atormentándome.” Jazz police are looking through my folders, Jazz police are talking to my niece, Jazz police have got their final orders, Jazzer, drop your axe, it's Jazz police!”. Suelta tu jodida hacha monstruo, somos la policía del jazz.

Pardo deja a la chica custodiada por un uniformado y me cuenta el resumen. Al parecer el proxeneta iba a secuestrar a alguien y la envió a ella para decirle a sus socios donde encontrarla. No sabe quienes son los socios. No sabe quien es el objetivo. Pero sabe la dirección. Tenemos algo.

Llamo al jefe y, cuando sale, le cuento toda la historia. No puedo evitar sentirme eufórico. Me habían dejado fuera y he logrado quitarles protagonismo a los chicos listos. “Jazzer, drop your axe, it's Jazz police!” se me escapa, sin poder evitarlo.

-¿Cómo has dicho?- Me pregunta el jefe, mostrando interés por primera vez desde que empezó la noche. –Es solo una estúpida canción que se me ha metido en la cabeza- Le respondo. El jefe mira alrededor. Y entonces me doy cuenta. Todo el mundo esta tarareando la maldita canción.

-Llama a la central y pide una unidad de combate- Me dice mientras se monta en el coche. A las unidades de combate solo se las llama cuando la mierda esta a punto de llegar al techo. Esta mierda debe ser enorme. Joder que perra suerte.

Ir al índice

5 comentarios:

pon dijo...

Joooder, aqui me quedo esperando, Creu.

Strawberry Roan dijo...

Toma ya, Raymond Chandler!!!

Lo peor de todo es que a veces somos nosotros mismos el monstruo y no nos damos cuenta...

Un abrazote, BarakKhazad

Unknown dijo...

Estás lanzado.

BarakKhazad dijo...

muy buena, Creu. poco a poco, se entrevén más hilos de la madeja... maraña lovecraftiana? sorpréndenos :-D

un saludo, y gracias.

BarakKhazad dijo...

que por cierto, cuando leí la anterior, te prometo por mi honor que dije: toma ya, ahora le voy a replicar yo continuando la historia pero desde el punto d vista de la Jazz Police. te prometo q lo pensé XD pero te me adelantaste. jajajaja. la trama lo necesitaba :-)

muy buena, sigue!

Mi Feevy: Blogroll