lunes, 13 de octubre de 2008

El angel (Tiempo de Perros VII)

Corro hacia la escalera, intentando seguir a la unidad de combate. Pero no logro mantener el ritmo, me duele mucho la cabeza, cada vez más. Creo que son los cantos. Hay algo en ellos que me aterra. Cuando empiezo a subir los escalones me doy cuenta. Puede que este tipo sea el mejor asesino del mundo, pero no tiene ni idea de tácticas. Nos ha dejado sin ruta de escape y nuestras líneas de tiro apuntaran hacia el. De todas formas es demasiado tarde.

Tropiezo, mi mano se suelta de la barandilla, la música resuena en mi cabeza. Pero no es el canto de la multitud lo que oigo. “Y veréis el resurgir, poderoso, del guerrero; sin miedo a leyes ni a nostalgias”. Es Extremoduro, lo esta escuchando el rubio. Intento recuperar el control de mi cuerpo. Mi mente esta buscando a los de la agencia, casi los veo, pero entonces me doy cuenta de que no soy yo quien los esta buscado. Hay alguien dentro de mi cabeza.

“Que te follen”-grito. No se ni como pero logro echarle. Liuba esta intentando ponerme de pie, desesperada. Los cánticos son ensordecedores, parece que se aproximan al final. El rubio esta intentado llegar al altar, pero un grupo de gente le ha salido al paso y no logra avanzar. No puedo disparar desde aquí, no tengo línea de tiro. De todas formas, el rubio no tiene importancia ahora. Van a matar a Irene cuando los cantos lleguen al final. Subo las escaleras todo lo rápido que puedo y corro por la pasarela buscado un sitio desde el que disparar. Me van a estallar los pulmones. No veo al oficiante, maldita sea. Solo veo su sombra acercándose al altar. No llego, mierda no llego. El aleluya del final se mezcla con los ruidos de la pelea de rubio. Por fin veo al sacerdote, que levanta un cuchillo y obliga a Irene a agachar la cabeza encima del altar. Subo mi arma, intentando apuntar. Me tiembla la mano, no logro hacer puntería.

El estampido de un disparo resuena en la nave. El sacerdote suelta el cuchillo y cae lentamente sobre el altar con la sangre saliéndole del cuello a borbotones. Giro la cabeza y veo a la unidad de combate en la pasarela tomando de nuevo puntería. Dos estampidos más y los guardias que acompañaban al sacerdote caen al lado de este. La gente queda en suspenso. La sangre fluye sobre el altar. Esto no ha terminado. En el escenario vacío se empieza a acumular una neblina. Algo viene. Un ángel de más de tres metros aparece en medio de ella. Tiene las alas negras, los ojos son dos pozos negros y lleva una espada en llamas. “No es un ángel, es un demonio” me chilla mi cabeza. Le vacío el cargador. A mi lado Liuba dispara su arma una vez detrás de otra y veo como la unidad de combate le dispara con el AK47. Trozos de ángel saltan en todas direcciones, como si su cuerpo fuera solo un caparazón. En los agujeros me parece ver un conjunto de tentáculos. El ser levanta la espada y ataca a la unidad de combate. Esta salta de la pasarela antes de que llegue el golpe. . La espada rompe la pasarela, como si fuera de papel. Meto otro cargador, pensando en seguir disparando. La pasarela empieza a moverse. Se va a caer. Intento correr hacia la escalera, pero Liuba esta en medio. Mierda, me voy a matar. Oigo a Liuba gritar. Caemos.

Caigo encima de alguien, y Liuba cae encima de mí. El dolor me atraviesa como un puñal, paralizándome. Un tipo me patea salvajemente y me machaca la mano izquierda. Dioses, duele. Intento girarme para sacar el arma de debajo de mi cuerpo, pero el peso de Liuba me lo impide. Oigo varios disparos cerca y, de pronto uno al lado. Al tipo que me golpeaba le falta media cara. Liuba se levanta con la pistola humeante y me ayuda a incorporarme. Un hombre se me tira encima con un cuchillo y me lo clava en el hombro. Logro ponerle la uzi en el estomago y aprieto el gatillo, no se cuantas balas salen. Mientras cae veo a otro que me ataca con una especie de lanza. Logro sujetarla con la izquierda, que me duele a morir. Levanto la uzi y le vuelo la cara con una granizada de balas. No deben quedarme muchas. Logro retener la lanza y la giro para encararla a un tercero que se empala solo. Durante un momento nadie me ataca. Veo a Irene intentando bajarse del escenario del altar. Hay un hombre en el altar, viste de negro, el pelo largo y lleva un colgante enorme en una cadena de oro. Ese colgante es de Irene, es parte de Irene. Ese tipo es el que nos ha traído hasta aquí. Veo como coge el cuchillo. “Tenemos que salvarla” le chillo a Liuba, mientras señalo con el dedo. Intento correr hacia allí, pero en ese momento un tipo me placa y acabo en el suelo con el encima. Intenta sujetarme los brazos, es muy fuerte. Le muerdo en la cara y noto su sangre en mi boca. Parece que afloja. Logro soltar un brazo y girarme. Empiezo a golpearle, puñetazo tras puñetazo, hasta que deja de moverse.

Cuando me levanto, una explosión sacude la nave y las puertas caen hacia dentro. La honda expansiva me tira al suelo. Un grupo de unidades de combate y agentes entran disparando. El monstruo sigue en lo alto de su escenario, parece que no puede salir, pero llega de sobra hasta la puerta. De un solo movimiento aplasta a tres con su espada. Uno de ellos es Carrasco, estoy seguro. El resto intenta tonar posiciones mientras le dispara. No veo a Irene y no puedo moverme sin que los agentes me tomen por un enemigo. Empiezo a disparar al monstruo.

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3 comentarios:

Strawberry Roan dijo...

¡Dios, qué tensión!
Malditos "continuará..."
creu, sigo a la espera
Un abrazo

pon dijo...

Pero por dios!!!!
He leído del tirón los dos últimos capitulos colgados, me he quedado KO. La madre de los tomates Creu, esto es la gran bomba!!!!
Guau!!!!

BarakKhazad dijo...

ea. yo tmb los leí del tirón.
siguiente, q ya toca!!
(ya verás, ahora en 3 días publicaremos 4 veces XDDDDD)

ah, por cierto, votad para los premios 20 blogs!!!!

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