Crónica del 7/08/07 - Travesía adriática

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¡Menudo madrugón! Y encima el desayunito justo justo... Tampoco dábamos nada por este albergue, y al final la verdad es que no está nada mal. Total, Zadar lo tomamos sólo como puente a las Islas Kornati.
Se supone que el señor del sombrero de paja nos esperaría, con su bicicleta, en el muelle, a las 9.00. Pero no está. Hay unas pocas parejas esperando cuando llegamos nosotros. Nos sentamos en el muelle y nos ponemos a jugar a cartas, haciendo tiempo. El señor del sombrero de paja, que al final sólo es el contratista, tarda como una hora y cuarto en aparecer, tiempo en el cual han ido llegando parejas, grupos pequeños, uno tras otro, hasta que al final en el muelle hay unas setenta personas aproximadamente. Y por fin, llega el ferry (menos mal, contra todo pronóstico no era la chalupa pesquera esa que estaba amarrada desde hace un rato).

Subimos a bordo, no sin tener que pelearnos con turistas italianos y simpatiquísimos crrroatas que antes mueren que ceden su sitio, y nos acomodamos en la cubierta inferior, colonizando a nuestras anchas con toallas y mochilas... Enseguida, suena el tuuut del barco y dejamos Zadar. Primera operación: camisetas fuera, y cremita para el sol. Segunda operación: hidratación y cartas. De la primera parte se encarga el personal de a bordo, muy majos todos, en especial una chica medio bizca muy maja, pese a ser croata, que reparte primero un chupito de grappa y después una limonada más aguada que el mar. De la segunda, las cartas, obviamente vamos servidos. Un par de barajas por cabeza, y el viaje se hace mucho más entretenido. Eso sí, es largo. Tres horas de brisa marina, tomar el sol cual lagartijas, echar unas cabezaditas (el combinado valeriana o biodramina + pivo es infalible), dar vueltas por el barco, y jugar... ¿Te li quieres despertar para jugar a culo?

Al rato, la monótona travesía marítima se pone más interesante a medida que nos acercamos al archipiélago, y por los altavoces la voz del guía turístico sustituye a las tarantelas y demás música folklórica adriática que estábamos sufriendo. Nos cuenta un poco de qué va el asunto. Las Kornati son unas 150 islas, islotes, la mayoría, deshabitadas, distribuidas en un área de 320 km^2, lo que las convierte en el archipiélago más denso del Mediterráneo. Gran parte del archipiélago es parque natural, y no hay edificios ni siquiera residenciales, quitando los faros que salpican aquí y allá el paisaje. El ferry nos lleva en un recorrido lento, y las islas se van sucediendo en una suerte de dicotomía paisajística: o medianamente arbolada, con acantilados bajitos y alguna cala, o semidesértica, con arbustos bajos.

Desembarcamos en una isla de las arboladas y nos dan un par de horas de asueto, se entiende, para bañarnos. Tomamos el sol, cual lagartijas, tumbados en las rocas (sí, es lo que tiene... las paradisíacas playas crrroatas... son de rocas :-S ), nos bañamos, buceamos... Al rato, tenemos que emprender una misión de búsqueda y rescate de Violeta y Winnie, que, despistadas, se habían alejado y llevaban una hora desaparecidas. Finalmente, aparecen, sanas y salvas, unspoiled. En realidad, hay poco más que contar de las Islas Kornati. Agua muy transparente, bastante fresquita, paisaje en general semidesértico. Bastantes peces, eso sí, y el fondo interesante, pero ningún otro animal aparte de las decenas de turistas que nos apiñamos en la playita a pocos metros del ferry.

A las dos y media de la tarde volvemos al ferry, y nos ponemos en marcha, de vuelta a Zadar. Nos sirven la comida en el interior, muy agradable y campechanamente. Carne o pescado. La carne va acompañada de patatas fritas, y el pesado de una ensalada de lechuga y patata hervida. Por una vez, yo elijo pescado. Y bastante bueno, la verdad. La carne también. Al final la pruebo, claro ;-) Después de la comida, muy correcta, nos entra la modorra. Y para combatirla, qué mejor que una partida de cartas. O dos o tres. Alternadas con una vueltecita por el barco, y un paseo hasta la cubierta superior, desde donde las vistas son verdaderamente espectaculares, se pasa el viaje tranquilito (esta vez no se nos ocurre cantar como en el ferry a la vuelta de Solta... este barco es mucho más pequeño y las vías de escape más reducidas). Llegando a puerto, ya a poca distancia del muelle, uno de los xotazos franceses que llevan toda la mañana tostándose y luciendo sus cuerpos al sol, hace lo que todos llevamos seis horas deseando... se desnu-- que nooooo!! XD se lanza al agua de cabeza desde la cubierta. El personal de a bordo le increpa y le dice del mal que tiene que morirse, pero aquel se pone a nadar hacia la costa sin prestar atención. Y los amigos, por supuesto, riéndole la gracia...

En fin, llegamos al muelle y abandonamos el ferry. Agradable paseo marítimo por las Islas Kornati. Y a pesar de la crema, nuestras nucas y narices constatan que ha sido un día bastante soleado. De vuelta en el albergue, el equipo A (de Amor... o sea, Winnie, Violeta, Faro, Nutxo y yo) somos los encargados de hacer la compra. Hay quienes se dan una vuelta por Zadar, incluso. Ciudad moderna sin demasiado interés, pero parece que el paseo es ameno. Yo me quedo descansando y duchándome, y revisando la habitación por si hubiera algún otro bicharraco que hubiera venido a vengar al de la noche anterior... Pero no lo hay.

En la cena, por supuesto, no falta un buen cargamento de pivos (os recuerdo: cervezas), otro de chistes y bromas, e incluso un paquetito de galletas Prinzeza!!! La música, una buena cena, y el cansancio, amansan a las fieras, y la segunda noche en el Youth Hostel de Zadar transcurre mucho más tranquila que la primera. Mañana, toca madrugar: es el único día en que no sabemos dónde dormiremos por la noche. Nos encaminaremos hacia el norte, al Parque de Plitvice, y no tenemos alojamiento reservado, así que hay que salir pronto para encontrarlo... Aventura...

Fotos:
Winnie y yo, apoyados en la barandilla del ferry.
Grupo, aposentados en la cubierta inferior.
Impresionantes xotos, entre los que destacamos el Faro y yo.
Vistas de las Islas Kornati (1, 2 y 3).
No sólo loquitas, también besugas adrrriáticas.
Momento amor gayufín.
Sirenitas en remojo.
Comiendo en el ferry.
Momento pivos, en el Youth Hostel, de vuelta en Zadar.
Prinzezaz con zuz galletaz.
Zeljezarija, en Zadar.
Atardecer, muelle de Zadar.
Preparando la cena, en el Youth Hostel.

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