viernes, 21 de septiembre de 2007

Crónica del 9/08/07 - Diluvio crrroata en el Parrrque de Plitvice

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Madrugar, lo que se dice madrugar... Tampoco madrugamos mucho. Después de la noche en el Imperia, las hay que están más resacosas, y los hay que quieren aligerar más...
Pero bueno, un alegre despertar en nuestra pintoresca casa rural, da paso a un dicharachero desayuno en la mesa de madera del jardín. De nuevo, la simpática familia croata (nótese la diferencia con "crrroata", que básicamente, es un croata de la costa y antipático) nos proporciona vasos, cubiertos y demás enseres para hacer un desayuno como manda el plan del día, y luego insisten en que no los freguemos, que ya los friegan ellos... ¿Cómo puede haber tanta diferencia en la gente de un mismo país, a apenas 60km? ¿Qué pasa, estos son más tirando a bosnios? ¿La guerra les afectó al carácter para bien? Curioso, y delicioso.

Nos despedimos de los croatas más majos que hemos conocido en el viaje, ¡viva Korenica!, no sin cierta morriña, porque sabemos que son los últimos que vamos a conocer. Esta noche dormimos en Krsko, en casa de Violeta, ya en Eslovenia.

La furgoneta se pone en marcha. Un poco de Fito, otro poco de Mecano, y antes de que nos acomodemos en nuestros respectivos asientos de aristocracia (conductor y copilotos), burguesía (fila de enmedio: cómoda, espaciosa y despreocupada) y pueblo llano (también llamado, por mí, siervos de la gleba, fila de atrás: hacinada y estoica a más no poder, pues los altavoces de la furgoneta están precisamente ahí, y para que delante se oiga un poquito, los tímpanos de los que van ahí sentados tienen que sufrir considerablemente), ya hemos llegado al Parque Nacional.

Aquí vuelve a quedar patente que deberíamos haber madrugado más. Nos cuesta bastante encontrar un buen sitio para Priscilla en el parking, una ladera semi-desbastada de una colina boscosa, todo muy integrado y muy natural. El centro turístico es un mega (dentro de su contexto) complejo de casonas de madera, con su tienda de souvenirs, su tienda de vituallas (importante el strüdel), su cabaña de aseos, su recepción, su merendero, etc.

Primer paso: hacer la kilométrica cola para comprar los tickets. Nos dijeron ayer los españoles del hostal que a ellos no se los pidieron, pero bueno, nuestro ánimo naturalista y conservista nos hace decidirnos por comprarlos igualmente. Just in case.

Segundo paso: hay un gran panel informativo con mapitas del parque nacional, mostrando todos los lagos y las posibles rutas a seguir. Las hay más cortas, las hay más largas. Las hay que incluyen trayectos en trenecito y vaporetto, y las hay que son puramente senderistas, cochecito de San Fernando: un ratito a pie y otro andando. Esas son las mías. Tímidamente, sugiero que me apetece hacer una de las largas, antes de que el apalanque general cunda y me vea solito y desamparado. Para mi sorpresa y alegría, Patri, Violeta y Luis (aka Farito) también tienen gusanillo machaca, así que elegimos la ruta K, de Kampeones, que especifica un recorrido circular alrededor de todos los lagos, sin ningún recorrido en barco ni tren, con una duración de 6 a 8 horas. Winnie está dudosa, pero finalmente decide unirse a Neleta, Bibi, Maite y Nutxo, el machote del grupo, que, pobrecito, hoy está tan malito que apenas se le oye cuando habla. Escogen hacer la ruta E, de Birreros (no preguntéis porqué), que es más relajada, de 4 a 6 horas, con tramos en barquito y trenecito. Qué turístico todo, ¿no? Estoy empezando a pensar que demasiado...

La comparación con el P. N. de Sant Maurici i Aigüestortes (el mío) es inevitable. Es el que más conozco, y me he pateado hasta la saciedad. El acceso habitual es desde Espot, al norte de Lleida. Que si Ratera, que si el Portarró, que si els Encantats, etc... siempre que he ido he pasado un buen día, pero eso sí, el doble filo de los parques nacionales: hacia el mediodía se convierten en auténticas procesiones de domingueros.

Y en Plitvice, poco más o menos... Allí están ya casi todos los adolescentes de Zagreb, y muchos de los jubilados alemanes que hacen turismo por la antigua Yugoslavia. Estábamos advertidos. Como el tiempo apremia, un par de fotos de grupo "del antes" [como se verá, las fotos "del después" no fueron posibles exactamente...] frente al centro turístico, preceden a una emotiva separación de los dos grupos. Montones de abrazos, besitos, que usted lo pase bien, usted también, haced muchas fotos, sí sí no os preocupéis, etc. No es probable que coincidamos durante el día, pues la ruta E da la vuelta al parque en un sentido, y la K en el otro, y con más vericuetos y un camino bastante caprichoso, según parece en algunos tramos discurriendo por la mismísima orilla de los lagos. Así que quedamos que ya nos veremos por la tarde de vuelta en el centro turístico, tomando un café.

Tercer paso. Cuarto paso. Quinto paso... y uno detrás de otro, los pies empiezan a recorrer el camino.
El Camino sigue y sigue...

The Road goes ever on and on
Down from the door where it began.
Now far ahead the Road has gone,
And I must follow, if I can,
Pursuing it with eager feet,
Until it joins some larger way
Where many paths and errands meet.
And whither then? I cannot say.

Con la canción del camino de Bilbo en la cabeza [la estrofa de arriba es un fragmento; como sabréis, años más tarde fue sensiblemente modificada por Frodo], y muchas otras, la marcha empieza alegre. Patri, Farito, Violeta y yo, caminamos tranquilamente charlando, haciendo fotos, contándonos anécdotas de viajes y cosas, lo típico. La primera parte del camino discurre junto a la orilla de uno de los lagos. Al cabo del rato, comienza a subir por una colina, primero senda, luego un rato de escalones. La vista de los lagos es preciosa. A medida que avanzamos vamos pasando por varios miradores en los que paramos unos segundos a disfrutarla. Por algún extraño tipo de intuición, o quizá por un conocimiento inconsciente de los cielos, aunque parezca paradójico, después de los años, sugiero acelerar levemente la marcha por si la lluvia... Hace muy buen día, el sol brilla y las pajaritos cantan [ ¬¬ ], y mis piernas son muy largas, así que la propuesta cae en saco roto... [tampoco habría valido de nada, como luego se verá]

Nuestro camino se cruza intermitentemente con algún otro, pero vamos siguiendo las indicaciones de la ruta K, y por suerte somos de los pocos que la hacemos, parece, así que encontramos el camino bastante despejado, lo cual es una suerte, según comprobamos en un merendero abarrotado, ubicado a unos 40 minutos del punto de partida, donde deben de confluir todas las rutas. Haciendo las paradas justas y de rigor, reanudamos la marcha. Curiosamente, se nubla bastante, y empieza a chispear durante 10 minutos... Pero para.

En un punto dado, cercano a la confluencia entre dos lagos, decidimos desviarnos de nuestra ruta, alargando el camino, pues más tarde tendremos que retroceder de nuevo por donde venimos para retomar la ruta, y bajar un desnivel de unos 90 metros para ver los lagos desde abajo, en un caminito de troncos prácticamente sobre el agua, que desde arriba se ve muy pintoresco, pero bastante concurrido. En cuanto tomamos la desviación notamos el aumento de densidad de turistas por metro cuadrado. La bajada, gran parte de ella de escalones artificiales, pasa por varias grutas y una garganta. El lago superior va a morir en una pequeña cascada que desagua en el inferior, pero también están comunicados, a juzgar por el complejo de cuevas y la humedad de ese tramo, por alguna corriente subterránea. Cruzamos por el caminito de troncos que veíamos desde arriba, y optamos por ir a ver una cascada indicada como Veliki Slap. El paseo, desde luego, merece la pena, a pesar de que la enorme concurrencia nos retrasa y a mí, personalmente, me agobia mucho. Aquí la diferencia con el Parque de Sant Maurici es patente. Si aquel está ya abarrotado normalmente, este... Las rutas cortas desde luego están adaptadísimas, de hecho nos cruzamos con varias señoritas muy empingorotadas con zapatitos de tacón... Evidentemente tienen que seguir una ruta mínima: llegar, tomar café, recorrer unos pocos metros, hacerse la foto, y volver al merendero. Por necesidad. En fin, tras ver la preciosa cascada y refrescarnos, retomamos nuestra propia ruta, re-coincidiendo con una pareja joven de alemanes que ya habíamos adelantado en otro punto del camino.

Poco después, se vuelve a nublar y de nuevo empieza a chispear. El cielo está oscuro. Instintivamente, una mano va a la espalda hasta mi mochila, saca un rebuño de plástico azul, lo trae adelante, me saco la mochila de un brazo, lo meto por la manga, repongo el brazo de la mochila y me saco el otro, me calzo la otra manga, repongo el brazo de la mochila, y la recoloco. Chubasquero ON, en 15 segundos. A los tres minutos empieza a llover fuerte. Con las capuchas puestas y algo fastidiados, guardamos las cámaras de fotos. De hecho, como arrecia, me pongo incluso los pantalones del chubasquero encima de los cortos que llevo. Eso me fastidia más aún, porque resulta incómodo.

Pasamos la siguiente ¿hora? (cuando llueve tanto, y uno camina por un paraje boscoso, suele perder pronto la noción del tiempo) caminando bajo la lluvia, hasta que llegamos al siguiente "resort turístico", ubicado en una explanada por la que, estratégicamente, pasan todas las rutas, una vez más. Aprovechamos para refugiarnos bajo el techado, pero claro, un par de cientos de personas han pensado lo mismo que nosotros, incluyendo, ¡oh, sorpresa!, al grupo E de Molineras, que aparecen allí alegremente. Bueno, excepto Nutxo, a quien según parece, el remojón no le ha sentado nada bien. Lógico. Hay muchas mesas cubiertas por un gran tejado de madera, y ya hay bastante gente comiendo. También hay tienda de souvenirs, por lo que nos aprovisionamos de postales rápidamente y yo me compro un mapa del parque [que más tarde acabó convirtiéndose en un amasijo de papel mojado en el fondo de mi mochila...]. Los dos grupos intercambiamos la historia del día hasta el momento, en un cuarto de hora. Como no parece que vaya a parar de llover, en cuanto baja un poquito de intensidad decidimos salir. El resto de turistas, apiñados bajo las cabañas, nos miran muy raro. Con las gorras caladas y las capuchas puestas, nos volvemos a despedir de Winnie, Neleta, Bibi, Maite y Nutxo y nos ponemos en marcha de nuevo (ellos hacen otra ruta, y recorren los lagos al revés que nosotros). Es momento clásico para otra canción del camino, esta de las de modalidad lluviosa, claro.

La lluvia se mantiene constante un buen rato, pero al menos llueve ligero, y nos distraemos sorteando los pequeños charcos que empiezan a formarse en la senda. Al rato, re-adelantamos a la pareja alemana, que son de los pocos que siguen ruta bajo la lluvia. En realidad nos viene casi bien, porque esta parte del camino se comparte con varias rutas, y de otra forma estaría abarrotada. Disfrutamos del paisaje y del sonido de la lluvia, que también está bien. La luz es diferente, y el bosque tiene otros colores y olores que merece la pena disfrutar. Tras un buen repecho de subida, donde unos italianos han encontrado cobijo bajo un saliente natural que forma una pequeña cueva, y al amparo de un bosquecillo más frondoso, como apenas sólo chispea, decidimos hacer un alto para comer. Encontramos el tronco perfecto: grueso, caído hace tiempo, junto al camino, y sin embarrar aún. Es momento también de cambiar de ropa, y extender la que llevamos, mojada, con esperanza de que pueda ir secándose durante el resto del día [nada más lejos de la realidad, como se verá...]. De las mochilas, en pocos segundos, salen barras de pan, trozos de mortadela y queso, unos tomates, un poco de jamón, y un par de piezas de fruta, junto con una bolsa de frutos secos. Increible. A los españoles nos encanta comer bien, incluso en las condiciones más extremas. En dos minutos tenemos unos enormes bocadillos preparados y nos ponemos a la faena.

A mitad de bocadillo, estando nosotros cuatro ahí sentados en el tronco, sucede lo más gracioso del día. Aparece la pareja de alemanes, que acaba de subir el repecho. Él delante, ella un poco detrás. Empapados. Parece que no han elegido bien el momento de empezar a caminar, o el ritmo, pero están mucho más mojados que nosotros. Él, caminando con largos pasos, desgarbados, y con una mueca extraña entre partirse de risa y mirarnos con complicidad, y con parte de compasión por su novia. Ella, con la melena toda desgreñada y la cara sucia, casi persiguiéndole a él, y con cara de muy cabreada, soltando improperios en godo. Miramos la escena, atónitos, mientras pasan por delante de nosotros y giran por un recodo. Ella nos ignora deliberadamente. Cuando nos dan la espalda, entendemos: la de ella está completamente manchada de barro, la camiseta hecha un guiñapo. Está claro. O al menos, nosotros nos montamos la película, entre carcajadas pelín crueles: han venido de turismo activo de ese de dominguero (detalle: no llevan macutos ni siquiera mochilas con vituallas ni nada), y él ha sugerido hacer la ruta K, la larga. Ella no quería, pero al final, por él, quizá estén en la luna de miel, ha consentido a hacerla. Obviamente, ha sido un desastre, porque se ha puesto a llover y no iban preparados, y encima ella ha resbalado y se ha caído de espaldas en un charco llenándose de barro. No podemos evitar reir hasta morir.

Tras dar buena cuenta de los bocadillos y acabar con el cachondeo de los alemanes, una rápida revisión a la mochila: la ropa de repuesto, mojada; el chubasquero (chaqueta y pantalón), mojado; la cámara de fotos, a pesar de la funda, mojada; el billetero de piel, los billetes que contiene, el pasaporte, y demás documentos y tickets, todos mojados... Fabuloso día. Nos ponemos en marcha, con ropa ligera, porque parece que el tiempo nos da una tregua.

[Ilusos...] Nada más lejos de la realidad. En la lejanía, se oye un trueno tremendo. Enseguida, se pone a diluviar. Y esta vez más fuerte que en todo el día. Si al principio el camino se salpicaba de charcos aquí y allá, ahora los charcos son el camino, se inunda completamente, y al cuarto de hora estamos chapoteando, con el agua hasta la mitad del pie. Encima, empieza el aparato eléctrico. De pronto, como una enorme explosión. Patri insiste en que el rayo ha caído en la colina donde hemos estado parados hace veinte minutos. La cosa se pone seria. Apago el móvil, por si las moscas, y apretamos el paso.

Llueve.
Tras los cristales, llueve, llueve.
Sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.

Pintaron de gris el cielo,
y el suelo
se fue abrigando de hojas.

Se fue vistiendo de otoño...

[Fragmento de la Balada de Otoño, de Joan Manuel Serrat]

Las siguientes dos horas, o así, transcurren con monotonía. No deja de diluviar, y nosotros no paramos en ningún momento. No podemos hacer fotos, ni apetece parar a descansar, porque aunque no nos mojaríamos más que caminando, nos quedaríamos fríos y sería garantía de enfermedad al caer la noche. Los lagos lloviendo son melancólicos. Se les va el verde azulado, y se vuelven oscuros algunos, grises opacos otros. Es interesante, es distinto. Pero no es alegre. Apenas nos detenemos unos pocos segundos cuando vemos una vista bonita para disfrutarla y grabarla en la retina, pero no con mucha atención. Seguimos caminando sin cruzarnos prácticamente con nadie.

En un momento dado, nuestro camino se acaba uniendo a otro que discurría más bajo, y está claro que compartimos ruta con los turistas de todas las demás opciones, pues ahora, a pesar de la lluvia y en vista de que va a estar todo el día así, o peor, la gente ha salido de debajo de las piedras, o las setas, pasa de cobijarse y camina estoicamente bajo la lluvia. El ritmo de caminata baja de velocidad crucero hasta colapsarse en una procesión de hormigas. Según nuestros cálculos, falta un 30% de la ruta circular que nos debería devolver al punto de salida. El camino ahora cruza a un lado y otro de unos arroyuelos, y pasamos por lagunas grises, vemos varias cascadas, todas más pequeñas que la primera, pero igualmente bonitas. No obstante, el gris del cielo y el hecho de que nuestra ropa interior esté chorreando (los chubasqueros de Decathlon son una puta mierda!!!) nos sume en un estado de vegetación anímica irritable y hace que tratemos por todos los medios de adelantar a todo el mundo y llegar cuanto antes a la furgoneta.

La ruta sigue así un buen rato. Finalmente, llegamos a un pequeño embarcadero que no esperábamos, y un barquito nos conduce en dos minutos al otro lado del último lago que veremos, y casi el final de la ruta. Acabamos saliendo por donde entramos. Ya de perdidos al río, y nunca mejor dicho. De camino al parking, por la carretera, en cuesta, el agua baja desbocada, sin parar de llover. Saltamos en los charcos hondos y nos salpicamos los unos a los otros, barriendo el agua con los pies.

Por fin, acaba la odisea. Llegamos al parking abriéndonos paso entre las decenas de coches que intentan marcharse bajo el diluvio. Vemos Priscilla y cuando nos acercamos, ¡oh, sorpresa! Maite, Bibi, Neleta, Nutxo y Winnie nos reciben totalmente preparados, con ropa seca y limpia de cada uno de nosotros, sacadas de nuestras maletas. Cómo han sacado la ropa sin que se chope todo, la verdad es que no lo sé. Ellos están dentro, en la furgoneta, claro, ya cambiados y sequitos. El proceso para cambiarnos de ropa nosotros es delicado. En el estado en el que llegamos, desde luego, el que nos vean desnudos es lo de menos, porque ante la expectativa de la furgoneta cálida y cómoda y la ropa seca, de repente nos entran las prisas por cambiarnos cuanto antes. Además, después de tantos días compartiendo tanto, ya hay confianza. XD Como dentro ya hay 5 personas queda poco espacio, así que por turnos, nos quitamos la ropa calada, la escurrimos como si de estropajos se trataran [en serio, los calzoncillos como si me hubiera bañado con ellos puestos], entramos en la furgoneta, nos secamos con una toalla, y nos ponemos la ropa que tienen preparada para nosotros. ¡¡¡Qué monos y deliciosos son!!! Obviamente la ropa es la primera que han conseguido, pero aún así... qué fabuloso. De hecho a Violeta no le han encontrado ropa interior, y no sé si es que nadie le puede dejar porque todas tienen las bragas de repuesto mojadas, pero el caso es que le toca ponerse los pantalones sin nada debajo, a la pobre. En fin... menudo día. Bibi ha escrito en el parabrisas lo que enseguida se convierte en un de los mottos del viaje: "No sólo gitanos, también rrrefugiados". Y es cierto, Croacia nos ha puteado hasta el final, ha tenido que llover justo el día que nos íbamos de excursión al monte, manda narices... Pero bueno, en el fondo, lo echaremos de menos, un poco...

A partir de ahí... Una vez vestidos y secos todos, y dadas las mil gracias por prepararnos la ropita, nos ponemos en marcha, nos cuesta escapar del parking ante la desbandada masiva y general, pero nos ponemos al fin camino a Zagreb, acabamos cruzando la frontera a la caída de la tarde (el control de pasaportes es cómico... van casi todos mojados o húmedos, y les pedimos por favor a los aduaneros que nos los cuñen, que sorprendentemente acceden), y llegamos a Krsko con un hambre enorme. Ha sido un día muy largo. Personalmente, lo he pasado muy bien en los Lagos de Plitvice. Al final, no hemos visto osos, ni urogallos, ni linces, que se supone que haberlos haylos... estarían todos rrrefugiados, ha sido una lástima que haya llovido tanto. Por supuesto, nada más pasar la frontera a Eslovenia, un sol radiante e incluso un bonito arcoiris... Es Crrroacia, en serio. No recuerdo nunca haberme mojado tantísimo en una ruta... nunca había caminado 4 horas bajo un diluvio, claro...

Una ducha calentita y dos buenas ollas de cous-cous nos animan, y la posibilidad de hacer la colada y dejar en casa de Violeta la ropa mojada secándose es un ventajón. Por la noche, vemos otra vez "El rrrancho de mi papá", un culebrón de dos capítulos que ha dirigido Violeta con actores eslovenos hablando en español. Tras descargar las fotos de las tarjetas en el portátil de Vio, nos vamos a la cama, de nuevo unos en casa de Vio (esta vez, a mí me toca quedarme), y otros emigran a casa de la amiga que tan amablemente nos la presta.

Con qué gusto se coge la cama al acabar un día así...


Fotos:
(Ya habéis visto alguna de las grandes fotos de este día en las presentaciones-homenaje, así que intentaré no repetirme. También, para que no sea tedioso y puesto que la crónica en sí ya es larga, la mayoría de las fotos chulas de paisajes las pongo aparte, en la colección de Flickr. Podéis acceder a todas a través del tag Plitvice, o clickando aquí. Os lo recomiendo encarecidamente, hay fotos muy bonitas, pero incluirlas todas aquí sería demencial. Aprovecho también para felicitar a las fotógrafas -Vio, Winnie y Neleta (Patri no hizo fotos ese día) - por el fabuloso material, y en especial doy las gracias a Violeta por esas preciosas fotos).

1 a 4: paneles informativos y fotos de grupo antes de salir de ruta.
5 a 9: vistas del parque nacional, en la primera parte de la ruta K.
10 a 18: selección de fotos de paisaje.
19: Farito y la tormenta que se avecina...
20 y 21: más fotos de paisaje.
22: grupo E acabando el camino.
23: parada técnica grupo K.
24 a 27: llegada del grupo K a la furgoneta, sufriendo los efectos del diluvio.
28 a 30: epílogo.

En esta ocasión no incluyo enlaces a cada una de las fotos por la cantidad de ellas, pero os invito a visitar la colección de Flickr a través de los enlaces que pongo más arriba para ver cuantas fotos queráis ampliadas, y comentarlas si queréis.

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4 comentarios:

NUTXO dijo...

Fue un dia largo xo intenso, realmente nuestra ruta aunq tuviera vaporetto y tren , estaba muy bien tb paseamos bastante y nos evitamos mojarnos excesivamente, aunq tb nos mojamos eh?
Menos mal que hice esa xq ese dia tenia las anginas como puños y para colmo de males me resvale en el barro paseando y me pegue una toña del 15 jejejeje
El parque precioso, y el paseo genial me sirvio para hablar con bibi de un monton de cosas y la verdad es q me gusto bastante esa conversacvion con paisaje bucolico ejeje.

De vuelta hacia la furgo encontramos un grupo de andaluces q estaban mas perdidos que WALLY, muy majos y tuvimos un ratin xarrando alegremente.

Casi llegando a nuestro destinos nos mojamos un poko prou i el cafe q nos tomamos me supo a gloria calentito mas bueno...
Y como no en furgo preparando la ropa xa el equipo k ( de kalados jejeje) me rei muxoooo, entre bibi con sus gitanos rrefugiados y disfradada del doctor Zoiberg jiji, un dia intenso si señor.

Ademas ese dia lo recuerdo como algo especial ...
besitos

Anónimo dijo...

el tema del viaje esta dando mucho de si no? queremos material "nuevo"

Wi dijo...

Mare, mare, mare... Qué día más estupendo!!! jijijijiji El momento flagoneta, maleta por aquí, maleta por allá para escoger vuestros modelitos fue de lo más!! jajajajajjajajjaja H.A.M.A EQUIPO!!!! Si es que somos un@s cracks cuando nos li ponemos jijijijiji
Aunque también tengo que decir que pasé el que creo fue mi peor momento del viaje... Qué li perdí mi cámara de fotos!!! Creo que se me bajó la moral, la tensión y la vida al suelo!!! Si no li hubiera encontrado a lo mejor sólo tendriáis unas 500 fotos mías :P jejejejejjeje Buff... menos mal!! Porque ese día, aunque lloviendo, protegía mi cámara e hice fotos por donde las cámaras molineras no pasaron :p jajajajaja Ta, ta, ta chan!!!!
Cómo puede ser que entre 1000 fotos reconozca muchas de las que son de mi cámara?? Tendré un alzheimer pacífico selectivo?...ummmm....
Y, por cierto, nosotros no eramos el equipo H?? eramos los "Hot Dogs", no? Que era la única forma que se nos ocurrió de introducir "perr@s" en nuestro nombre jijijijiji, no???
Bexaxos mil!!! Me li voy a Valencia!!!!

BarakKhazad dijo...

Pues creo que sí, que era la ruta H... XD Mi memoria se nubla a veces, y tengo que esforzarme para disipar neblinas y secar lagunas... pero, oye, ¿sonó convincente contado así de forma natural, eh? XDDD

Javifever, está dando mucho de sí, y lo que no estoy contando que nunca sabrás!! XD
Que conste que intercalo entradas personales más actuales... si te las leyeras todas... :P

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