miércoles, 5 de diciembre de 2007

I fought the law

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Chicago, diciembre de 1933.

Bajo la pálida luz de la lámpara que se balanceaba, colgada del techo, Carlo Leone y Vincenzo, simplemente Vincenzo, esperaban. El aire opresivo, saturado de humo de puro y humedad, y un olor acre no identificable, hacía que adoptaran una mueca desagradable. Fuera del despacho, se oía el ruido apenas amortiguado de la sala de juegos contigua, el girar de la ruleta, las voces, el billar.

Frente a Carlo y Vincenzo, sentados, y con los sombreros en el regazo, al otro lado de la mesa alzó la vista el Capo.

- ¿Sí, signor Giuseppe? - fue Carlo Leone quien se anticipó, esperando las órdenes de su jefe.

El Capo apagó su puro aplastándolo literalmente contra el cenicero.

- Andarebbe a la città vecchia - así habló el Capo. [Ofrecemos la traducción aproximada para facilitar la comprensión:] - Iréis a la ciudad vieja. Os estarán esperando y os llevarán al sitio. Ya sabéis lo que tenéis que hacer. Ametrallad el cargamento.

- Sí, signor Giuseppe.


Una hora más tarde, bajo la intensa lluvia,
Carlo Leone, envuelto en un abrigo de paño negro, y Vincenzo, simplemente Vincenzo, con una gabardina larga, sendos sombreros y fundas de cello negras, eran conducidos hasta un viejo almacén por un tercer hombre.

Ante la puerta, el hombre se detuvo e hizo un gesto con la cabeza, indicando al interior. Carlo Leone asintió. El tercer hombre se dio la vuelta y se marchó, sin mirar atrás.

Carlo Leone empujó la puerta con su mano izquierda, oculta bajo un guante de cuero. Cedió, y se abrió silenciosamente. Carlo Leone repitió el gesto con la cabeza del tercer hombre, indicando a su compañero el interior del almacén. Vincenzo, simplemente Vincenzo, asintió, y entró al almacén.

Sin preguntas. Sin más datos. ¿Para qué? No hacía falta. Un cargamento de whisky, recién llegado del otro lado del lago, preparado para distribuir en los locales de la competencia, y venderlo ilegalmente. Es lo que solía ser. A Carlo, a Vincenzo, e incluso al Capo Giuseppe, les importaba poco que el whisky se vendiera de forma ilegal, en contra de la ley del estado de Illinois. Lo que les molestaba, sobre todo al Capo Giuseppe, era que fueran familias de la competencia los que vendieran ese whisky. Ante la imposibilidad práctica de comprar el cargamento para revenderlo, lo más fácil era la solución tradicional: destruir el cargamento.

Carlo Leone se unió a Vincenzo. Una hilera de bombillas iluminaba el almacén. Bajo la mortecina luz y el sombrero, el rostro de Carlo Leone mostraba una gran cicatriz en la mejilla izquierda. Allí, en la pared opuesta, cuatro grandes cajas de tablones de madera, cerradas, esperaban ser recogidas y entregadas. No lo serían tras la visita de los sicarios.

Sendos sonidos metálicos, sordos, anunciaron que las metralletas, en el interior de las fundas, estaban cargadas y dispuestas para su uso. De repente, de un rincón oscuro del almacén, salió corriendo un hombre chino, desorientado, con los brazos alzados, directamente hacia los sicarios. Vincenzo, simplemente Vincenzo, giró en redondo hacia su derecha. Cuando el chino vio a los dos hombres, comprendió el origen de los ruidos, y se paró en seco. Aún con los brazos alzados, y la boca abierta, los ojos como platos, negaba con la cabeza. No llegó a poder gritar.

La primera ráfaga salió mortífera de la metralleta de Vincenzo, y partió su cuerpo enviándolo al suelo.
Antes de que Vincenzo levantara el dedo del gatillo, Carlo Leone ya estaba disparando contra las cajas del fondo. Un clamor de gritos ahogados surgió del interior de las cajas tan pronto la primera bala perforó la madera.

Vincenzo, ajeno a los chillidos desgarradores, se unió a su compañero ametrallando las cajas. Ráfaga tras ráfaga.
Los casquillos caían al suelo y se desperdigaban alrededor de los sicarios. Los gritos quedaron mudos cuando el último quedó quieto en el suelo. Pero eso fue después del último disparo. No había duda ni confusión posible. Carlo Leone y Vincenzo, simplemente Vincenzo, sabían que habían oído un grito proviniente del interior de las cajas.

No había caso. La madera había quedado como un queso de gruyere. Una de las cajas, destrozada, crujió, y su puerta se vino abajo. Carlo Leone y Vincenzo, simplemente Vincenzo, vieron lo que allí había. Tras unos instantes, atónitos, se miraron a los ojos. Largamente. Fue una mirada de las que no se olvidan. Sobraban las palabras.

A la mañana siguiente, 5 de diciembre de 1933, el titular en portada del Chicago Tribune era:
Dry Law abolished.






I fought the law, by The Clash.




Luché contra la ley, de Loquillo y Trogloditas, con Fito Cabrales.

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74 años después, hay quien sigue luchando contra la ley, para bien o para mal. En España hay una fabulosa ley anti-botellón que los jóvenes se encargan de quebrantar fin de semana tras fin de semana. La falta de consenso entre consumidores, vendedores, vecinos y Gobierno, lleva a un statu quo incordiante que se mide bajo el criterio de los outlaws, de una y otra parte.

Ayer, varios miles de ciudadanos se reunieron frente a la Puerta de Alcalá para condenar los asesinatos de dos guardias civiles a manos de miembros de ETA. Repito: para condenar los asesinatos de dos guardias civiles a manos de miembros de ETA. Para exigir la derrota de ETA y defender la libertad, amparada por la Ley y la Constitución. No obstante, algunos olvidaron el objetivo de la manifestación e increparon, insultaron y exigieron la dimisión del Presidente del Gobierno, J. L. Rodríguez Zapatero. Olvidaron que Zapatero, y Rajoy, y las madres de los dos guardias civiles, y los miles de personas allí reunidas, de uno u otro color, son todos ellos ciudadanos españoles, simplemente ciudadanos españoles, que defienden y exigen respeto a sus derechos. Y que los enemigos son los etarras. Repito: los enemigos son los etarras. Simplemente etarras.
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6 comentarios:

Currito dijo...

¿Y qué me dices del maravilloso comentario dirigido a Pedro Zerolo antes de ayer de "maricón" por parte de una señora mayor que acudía a un acto antiterrorista?
Por cierto, me encanta eso de "simplemente Vincenzo". Besos.

Anónimo dijo...

Antes de nada, manifestar mi más sentido pésame a las familias de los guardias civiles asesinados vilmente por la repugnante banda terrorista ETA.
Asimismo, quiero mostrar mi solidaridad, como ciudadano y como homosexual, con el Sr. Zerolo.

Durante esta legislatura un sector de la sociedad se ha dedicado a inocular odio entre los españoles, un odio que les impide ver que el único enemigo de todos los ciudadanos son los etarras.
La mayoría de esta inquina continúa inoculándose desde la COPE, la cadena del odio, la cadena de la Iglesia Católica, la cual se dedica a sembrar rencor entre españoles en lugar de predicar el evangelio y el amor cristianos. Quo vadis, Ecclesia?

A propósito, ya es hora de que los políticos vuelvan a colaborar juntos de manera honesta para combatir la lacra del terrorismo. Además, considero que deberían plantearse una reforma constitucional que posibilitase el cumplimiento de la cadena perpetua, tal y como sucede en los países de nuestro entorno y como exige el sentido común para determinados crímenes execrables.

NUTXO dijo...

Leyendo la primera parte de la entrada no puedo dejar de pensar en 2 cosas:
el capitulo de los simpson donde se instaura la laey seca de nuevo en springfield y como homer se convierte en destilador y proveedor ilegal de whiskey y birra!

Y la segunda cosa la cancion de bonny & clide de beyonce y jay z, todo muy de gangsters y tal!

viva el botellon siempre q se haga en sitios q a la mañana siguiente de pena pasar !

no habia escuxado la cancion de fito y lokillo! me ha molado caxo!

Referente a la 2a parte dire que basta ya!!
basta ya de muertes injustificadas y basta ya de que el pp y sus votantes/afiliados/simpatizantes hagan suyo todo y basta ya de insultos gratuitos y despectivos a la gente de izquierdas solo x ser de izquierdas o gays o simplemente por ser personas con ideas diferentes!

No a la violencia de cualquier tipo!

BarakKhazad dijo...

Currito, cariño, que qué te digo? Pues que la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola, la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola, y que el tiempo pone a cada uno en su sitio, o lo que es lo mismo, que a cada cerdo le llega su San Martín.
Políticos incluidos, you know.
Madrastras incluidas, you know.

Jose, ultra gracias por animarte a comentar :-)
Pluralidad ideológica. No al pensamiento único. Diversidad.
Pero ante el terrorismo, unidad!
No a la utilización política del terrorismo. Sí a las soluciones inmediatas!

(Rajoy en la entrevista para ADN decía que la crispación es toda culpa de Zapatero... ¬¬ )

No a los políticos imbéciles que nos toman por imbéciles.

Nutxo, supongo que te refieres a "viva el botellon siempre q se haga en sitios q a la mañana siguiente NO dé pena pasar !"
Y de todas formas, el problema del botellón no es sólo la suciedad a la mañana siguiente. Es la molestia acústica del durante, los problemas derivados, el fomento del alcoholismo entre los adolescentes, el patrón de consumo de abstemia entre semana e ingesta masiva el fin de semana (muy fenomenal para provocar comas etílicos), los accidentes de tráfico por culpa de, etc, etc, etc.
No al botellón como lo conocemos ahora.
Sí al botellón responsable.

Está claro que el Estado tiene que llenar las arcas, y me parece bien que grave el alcohol, al fin y al cabo no es un producto de necesidad, y el Estado somos todos, dicen, pero los bares, pubs y discotecas no somos todos. Por tanto, disminuir el margen de benficio en la venta privada, y sobre todo que no paguen justos por pecadores... ¬¬ (no pienso pagar los 200€ de multa que me pusieron en abril)!!!!

Ah, y sobre lo del "no a la violencia"... diré que la visión de Gandhi no me parece la más práctica, visto como están las cosas en los últimos 6000 años de historia.
Eso sí, ... matizable ... y demasiado largo para un comentario.

:)

Unknown dijo...

De la segudna parte no diré nada, y alo has dicho tu y muy bien dicho.

De la primera te diré que estuve en Sicilia. Pasé por Corleone que es un pueblecito al oeste de la isla. Que en Palermo quedé con un amigo llamado Vincenzo. Y que en Sicilia hablar de la MAfia es un tabú.

BarakKhazad dijo...

Fanma, yo también tuve un amigo que se llamaba Vincenzo. :) pero todos le llamábamos Vinnie :)

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